Opinión
Ver día anteriorMartes 15 de junio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los reparos de la crisis
E

ntre lo inédito y lo insólito: en Uruguay su presidente ex tupamaro convoca a la oposición al pacto concreto sobre políticas, áreas y participaciones en la gestión y la derecha, y el ubicuo centro lo alaba y firma en el Congreso. El hijo de Bordaberry asume su compromiso y Mujica el cambio y su cambio: aprender más de las derrotas y construir un compromiso común, porque el mundo rico viene al galope atropellando por todas partes y nosotros necesitamos un sólido margen de unidad nacional para tratar de sacar partido lo más posible para el destino de nuestra gente.

Una experiencia inédita para el Uruguay del futuro, para un proyecto nacional compartido por todos, la calificó el vicepresidente Danilo Astori. Mientras todo esto se teje en la República Oriental, su economía recupera sus altos índices de crecimiento, apenas interrumpido por la gran recesión de 2009, y se apresta a diseñar estrategias de desarrollo a partir de sus recursos naturales, pero para no depender exclusivamente de ellos.

En medio de una rijosidad acusada, los argentinos asisten a una campaña mediática nacional e internacional que poco tiene que ver hoy y en el pasado inmediato con lo que en realidad ocurre con su economía y su ritmo de vida. Pujantes, tanto la producción como el consumo, apuntan a la expansión, pero la inflación ya ha asomado sus garras aunque no haya consenso en cuanto a sus magnitudes reales. Los acomodos y desencuentros políticos son a diario, pero el momento crucial lo marcará el justicialismo, en el que suenan los bombos de guerra en fintas y escarceos de coaliciones contra los Kirchner, a los que se une un cierto despertar de la Unión Cívica Radical con Alfonsín hijo a la cabeza.

Por su parte, Lula reporta despliegues inesperados en el crecimiento brasileño y en el resto del Cono Sur se preguntan si el coloso sureño no cederá a la tentación de afirmar su vocación de gran potencia sin prestar la atención debida a una integración regional que avanza sinuosamente y en ciertos flancos clave parece más bien detenida.

En Europa, los rescatados someten a sus rescatadores en una versión extraña del síndrome de Estocolmo y los gobiernos se abocan a hacer lo que piensan que los mercados van a querer, sacrificando bienestar y postergando una recuperación de por sí esquiva y melindrosa.

Por su parte, el FMI vuelve como Ave Fénix a pedir expiación a los estados por haber desafiado la magia del mercado y suplido su flagrante y destructiva ineficiencia con un poco de sentido común y pragmatismo. Merkel se vuelve problema para la Unión y la ortodoxia se torna taumaturgia tóxica. La pérfida Albión, sin euro que salvar, descubre nuevos y profundos hoyos de deuda, seguramente asesorada por Carstens, y Cameron saca tijeras dobles.

El mundo no está al revés, pero los que mandan no están en los parlamentos y los palacios, sino en los hologramas y juegos de abalorios de los mercados. El Estado exánime y sus súbditos acogotados. Puede verse este giro radical como la muestra eficiente de que la hegemonía del capitalismo financiero es imbatible a pesar de las lecciones dolorosas y los empeños de Obama por al menos acotarlo y someterlo a otras racionalidades. Lo más grave, sin embargo, no es la expresión desfachatada de una dominación que no se arredra ante sus propios despropósitos, capaces de llevar al sistema en su conjunto a crisis auténticamente catastróficas. Tal vez lo que ahora esté en juego, transparente y aterradora, sea la disposición de los políticos y los estados, los medios de comunicación y buena parte de la ciudadanía, para hacer incondicionalmente suya la tristemente célebre consigna de Margaret Thatcher de que no hay alternativa. No hay de otra, repetiría algunos de los loros que nos asestan su particular traducción vernácula de una fe cuyas potencialidades destructivas se pusieron a la vista de todos el año pasado.

Pero el mundo se mueve y las nuevas configuraciones del poder económico y financiero mundial no ceden ante los embates de Wall Street, desplegados con furia en el viejo continente. Desde China e India se perfilan realidades magnas de transformación estructural y en este extremo occidente no sólo se domicilia el BRIC en Brasilia sino que se abren posibilidades ciertas aunque difíciles de concretar, de no caer víctimas esta vez de la maldición de las materias primas. Veremos.

¡Ah sí!, aquí también se baila pero el ritmo es dormecino salvo cuando irrumpen los AK y los fusilamientos y bloqueos de Monterrey, así como las incursiones terrestres de la Armada, nos hablan de un país constitucionalmente fracturado. Lo peor es que por esas fracturas se deslizan males mayores para lo que nos queda de convivencia civil. Cananea no se conmemora sino que se actualiza en una agresión a los mineros encabezada por el gobierno con Larrea vestido de sherif en su retaguardia, mientras los electricistas del SME apelan a la ley y reciben palo mediático y escarnio oficial. Nos movemos sin duda, pero no en consonancia con el mundo sino a contrapelo. Aquí no veremos, porque ya vimos.

In memoriam Bolívar Echeverría