Terminó ciclo en radio
uevamente, el Tianguis Cultural del Chopo sale de las ondas hertzianas: anoche se transmitió la última emisión del programa, El rock vive en el Chopo, en Interferencia 710 AM. Por razones, suponen sus realizadores, de restructuración en la referida estación se dio la cancelación. Ya en otras ocasiones –con esta, van tres–, los choperos han tenido que agarrar sus tiliches y apagar los micrófonos. Pero, como la declaración de principios del Tianguis del Chopo es la aferradez, los hacedores del programa buscarán otro espacio en el cuadrante radiofónico, para aprovechar una audiencia cautiva, con base en la asistencia semanal al mercado rocanrolero, que llega a tener un peregrinaje de hasta 10 mil chavos en un sábado normal.
Lo que sí continúa con el mismo fervor, como cada sábado, es el rock en vivo en el foro callejero bautizado como Radio Chopo; igualmente siguen las actividades en las galerías y en el Corredor Cultural. Todo sigue igual, con excepción del ánimo de Juan Heladio, quien perdió un cliente distinguido: Carlos Monsiváis. El Chopo, en general, extrañará al autor de Amor perdido y de Los rituales del caos.
Ronnie James Dio
La voz que durante casi cuatro décadas irradió filosas y penetrantes notas desde las atmósferas del heavy metal será recordada en Radio Chopo: Ronnie James Dio. El vocalista del emblemático Arcoiris y del Sábado Oscuro murió el pasado 16 de mayo, y ahora el Tianguis del Chopo le rinde tributo dedicándole su programación. Se expondrá su historia en portadas e imágenes fotográficas, colección de Rogelio Matamoros; se darán a conocer detalles de su trayectoria, desde sus inicios con Elf, su relación con Blackmore, en Rainbow, el origen del apelativo Dio, su presencia en Black Sabbath, su intervención en Deep Purple y sus visitas a México.
One hit wonder
A propósito de joven nostalgia: muchos chavos de la primera generación chopera tuvieron sus primeros balbuceos rocanroleros con rolas de grupos que sólo tuvieron un éxito. Eruditos y coleccionistas aparte están los ejemplos de La tierra de las mil danzas, de Cannibal & the Headhunters; Cosa loca, con The Troggs; Gloria, con The Them; Fuego, de Arthur Brown; Sentado en el muelle de la bahía, de Otis Redding; El tiempo no me lo permite, de Outsider; Una pálida sombra, con Procol Harum, entre otros. En aquel tiempo, los cuates más afortunados iban y compraban su disco de 45 rpm con estas rolas para ponerlo en su apantallante consola. Era la vanguardia –je, je–, tecnología de finales de los años 70.