Chucho López y Francisco Lelo de Larrea
o hemos comentado y vuelto a comentar: por supuesto que el renglón de la técnica instrumental es importantísimo –importantérrimo– para navegar con soltura y encontrar rutas en las espirales de la música; pero nunca, ni con mucho, lo es todo. Hemos conocido a maestros de impecable técnica académica que no pueden ni parpadear cuando se les quita la partitura de enfrente. Y en el otro extremo de la galaxia deambulan aquéllos que sin saber leer ni las negras en cuatro cuartos, han logrado trazar grandes temas para la historia (Jimi Hendrix y José Alfredo Jiménez son ejemplos tan distantes como inmediatos).
En la arena del jazz abundan los instrumentistas que a la par de una técnica inmaculada, poseen una visión e intuición musical que los lleva a desarrollar discursos impresionantes a partir de (casi) cualquier motivo. Chucho López (Chapala, Jalisco, 1959) es uno de ellos. Probablemente hasta hoy su perfil sólo haya sido percibido entre la comunidad jazzística nacional, que sabe de su trabajo como trompetista líder en las bandas y orquestas de Popo Sánchez, Héctor Hallal El Arábe y Eugenio Toussaint. Pero, por fortuna, este año el jalisciense se animó a presentar sus propios conceptos en un primer disco solista.
Se trata del álbum doble (cedé y devedé) A mis amigos, que presenta 10 temas construidos entre 44 músicos y siete arreglistas. Toda una epopeya contemporánea que Chucho logró con excelentes resultados artísticos. El turno ahora es de la realidad nuestra que no acaba de encontrar los mejores canales de distribución para estos quehaceres.
De principio a fin, una y otra vez, el disco deja en claro (oscuro) los altos niveles del trompetista. Abre con Alma vacía, excelente alegato de latin jazz compuesto en España por Miguel Blanco (con quien Chucho tocó tres años), y cierra con El vuelo del abejorro, de Rimsky Korsakov, en un arreglo que Dámaso Pérez Prado le encargó ex profeso a Luis González Pérez para el lucimiento de las trompetas, y que medio siglo después es reinsertado en el discurso del jazz mexicano.
La calidad de los solistas y los arreglistas hacen que en A mis amigos no exista un solo instante de nivel medio y mucho menos de desperdicio; y aunque no siempre son buenas las grandes listas, vaya aquí solamente la relación de los solistas invitados: Rey David Alejandre (trombón), Jako González (sax alto), Rodolfo Popo Sánchez (sax alto), Armando Noriega El Kennedy (sax tenor), Felipe Sanabria (sax tenor y flauta), Rafael Urrusti (flauta), Ángel Cedillo (clarinete), Ramón Flores (trompeta), Pancho López (bugle), Aarón Cruz (contrabajo), Cris Lobo (guitarra), Francisco Lelo de Larrea (guitarra), Viktoria Horti (violinista húngara), Enrique Nery (piano), Héctor Infanzón (piano), Eugenio Toussaint (piano), Leonardo Sandoval (piano) y Giovanni Figueroa (batería). Nomás.
Los arreglistas son: Enrique Nery (de él fue la idea de aterrizar todo este proyecto), Miguel Blanco, Eugenio Toussaint, Héctor Hallal, Luis González Pérez, Leonardo Sandoval y Chucho Zarzosa. Por cierto que el último trabajo como arreglista del maestro Zarzosa fue este de Las hojas muertas, y si no sé es radical del noise, se debe escuchar. No hay pierde. Un disco de mil aristas. Indispensable.
Este martes 6 de julio se va a llevar a cabo un concierto fuera de serie en el Lunario. Francisco Lelo de Larrea se presenta con su quinteto, con algo de su primer disco y con avances del segundo. Y decimos fuera de serie porque, en primera, el joven maestro no se presenta muy seguido en estos escenarios, pero sobre todo, porque se trata de uno de los jazzistas más importantes en la historia del jazz nacional, un guitarrista virtuoso y un compositor de imaginación multicolor y desbordada en recursos visuales y vueltas de tuerca. El jazz del siglo XXI en todo su esplendor.
No exagero. Más bien me faltan adjetivos para ilustrar lo que este cuate trae entre manos. Y por si fuera poco, su quinteto lo complementan otros cuatro huérfanos que han hecho del virtuosismo el pan de todos los días: Aarón Cruz (contrabajo), Gabriel Puentes (batería), Rey David Alejandre (trombón) y Juan Ramos (sax alto). El concierto comenzará a las nueve de la noche. Buen provecho.