e tenido la fortuna y la suerte de ser un plagiador un poco listo. Hasta ahora, creo, nadie ha descubierto las modificaciones que le hago a la idea original. Sólo hay dos razones para explicar ese hecho: O nadie me lee o modifico con sumo cuidado. La primera hipótesis es, por supuesto, la más factible. La segunda subraya mi admiración por el autor original y mi sagacidad para usurpar lo bueno con tal de difundirlo de acuerdo a mis capacidades. Ya lo dijo John Updike: Leo para robar
. Y ya lo confirmó T. S. Elliot: Los buenos poetas roban. Los malos poetas imitan
.
Desde hace muchos años he sido adicto a dos revistas, ambas inglesas. The Economist es una publicación semanal fundada en 1843. Buena parte de sus páginas hurga en todo lo relacionado con la economía; la sección dedicada a la política es inmejorable y los análisis enfocados a ciencia, tecnología, libros y artes es muy estimulante. Dos son las características de los artículos: brevedad y anonimato. Considero que en su rubro es la mejor revista en idioma inglés. En el número que abarcó de junio 26 a julio 2 se publicó, dentro de la sección The Americas, un breve texto titulado, Maternal health in México. A perilous journey
(Salud materna en México. Un viaje peligroso).
The Lancet es una publicación semanal fundada en 1823. La mayor parte de sus artículos son sobre medicina interna; a diferencia de otras revistas de la misma disciplina, sobre todo las estadunidenses, contiene artículos sobre problemas sociales, éticos y filosóficos de la medicina. La revista disemina una conciencia social
de la medicina y, al igual que The Economist, muchos textos son breves. En el número de la segunda semana de mayo se publicó un artículo científico titulado Maternal mortality for 181 countries, 1980-2008: a systematic analysis of progress towards Millennium Development Goal
(Mortalidad materna en 181 países, 1980-2008: un análisis sistemático del progreso hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio).
Aunque ambos artículos se abocan al mismo tema –el médico se refiere al mundo en general
e incluye a México– las conclusiones coliden. Citaré unas ideas del escrito científico y traduciré, no plagiaré, algunas líneas de The Economist.
The Lancet informa que, a escala mundial, la salud materna ha mejorado tras dos décadas de esfuerzos conjuntos
. Con respecto a México, los datos demuestran que en el país, entre 1980 y 2008, las tasas de mortalidad materna disminuyeron en forma significativa, entendiéndose por mortalidad materna la muerte de mujeres durante el embarazo, el parto o en los 42 días siguientes al parto. Destaco un dato del estudio: Entre 1990 y 2008 la tasa de mortalidad materna disminuyó cada año 1.9 por ciento, lo cual, desde el punto de vista estadístico, es un gran logro.
The Economist retrata otra realidad. Cito y edito algunas líneas. Afuera del hospital principal de San Cristóbal de las Casas, mujeres vestidas con sus tradicionales ropas llenas de colorido hacen fila para ver al doctor. Muchas están embarazadas o cargan bebés. Una madre comenta que tiene miedo de que no habrá una cama para ella cuando inicie el trabajo de parto, lo cual es muy frecuente en ese sobresaturado hospital. Historias de muertes por hipertensión, hemorragias o infecciones durante o después del parto son frecuentes en la segunda ciudad del estado de Chiapas. En una villa vecina, un doctor recuerda la historia de una mujer cuya caminata fue tan larga que murió en la calle fuera de la clínica
.
“La mortalidad materna en México ha disminuido 36 por ciento desde 1999 pero es aún mayor que en otros países latinoamericanos. El problema es mucho mayor entre las indígenas que viven en el sur. Las madres en Chiapas, Oaxaca y Guerrero mueren durante el parto 70 por ciento más frecuentemente que el promedio nacional, y, las madres indígenas tienen tres veces menos posibilidades de sobrevivir que mujeres no indígenas. La mayoría de estas muertes son prevenibles.
“Uno de los primeros obstáculos es el transporte […] los caminos son peligrosos y el transporte lento […] por lo que una tercera parte de las indígenas paren sin ayuda médica; […] en los hospitales también hay problemas […] la calidad de la atención es pobre, […] se usan medicinas inadecuadas, se realizan cirugías mal hechas y la negligencia persiste. Por último, hay problemas sociales y culturales […] muchas mujeres temen acudir con un obstetra masculino; […] en ocasiones, los doctores denigran a las pacientes”. El artículo concluye asegurando que, la mejor forma de reducir la mortalidad materna radica en invertir en infraestructura, salud y educación
.
Mi texto no es sesgado. Dediqué muchas líneas a The Economist y pocas a The Lancet, ya que el artículo científico condensa la información en pocos datos, amén de que nuestro país ocupa sólo un lugar dentro de las 181 naciones estudiadas. La visión de The Economist, aunque no es científica, tiene otras cualidades: retrata la realidad, carece de sesgo y da voz a algunos protagonistas.
Las revistas citadas son estupendas. Su honorabilidad es intachable. Sus artículos inmejorables. ¿Fue el azar el responsable de ofrecer, en forma simultánea datos tan dispares? No lo sé.
La realidad puede deformarse pero no plagiarse. A menos de que la ciencia mienta, es difícil contradecirla. A menos de que se invente, es imposible contradecir a las mujeres que mueren por miseria.