La artista exhibe la instalación que incluye un módulo de acopio de material reciclable
modificar un entorno como lo hago con un lienzo
Más que nada es un modelo ambientalista que podría replicarse en la ciudad, “para que no quede en demagogia verde”, dijo
Se puede visitar en la Alameda de Santa María la Ribera
Domingo 1º de agosto de 2010, p. 6
En la Alameda de Santa María la Ribera el arte y la conciencia ambiental buscan la manera de vincularse. Como parte de ello, el mediodía del miércoles se inauguró el proyecto piloto Prototipo de campaña educativa para la separación y reciclaje de residuos en la ciudad de México, de la artista plástica Claudia Fernández, que incluye la operación de un módulo de información y acopio de envases de plástico y de tetra-pack, papel, vidrio y baterías.
La propuesta de Fernández, vecina de la colonia Santa María la Ribera, y quien ya ha desarrollado otras actividades artísticas relacionadas con problemas sociales, es parte del proyecto Residual: intervenciones artísticas en la ciudad, el cual aborda el asunto de la basura desde perspectivas diversas y busca crear conciencia en la comunidad acerca de su manejo.
Residual es un proyecto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Goethe, conformado por ocho propuestas en diferentes espacios públicos, cuatro de artistas alemanes y otro tanto de mexicanos, entre ellos Fernández, apoyados por un equipo multidisciplinario de la máxima casa de estudios.
Además, en el Museo Universitario de Ciencias y Artes de la colonia Roma (MUCA-Roma), de la UNAM, se montó una exposición para mostrar el origen y desarrollo de las ocho propuestas artísticas.
Fernández también es creadora y directora del proyecto Meteoro/ Escuela de oficios, iniciativa civil en la que participan artistas, arquitectos, diseñadores, sociólogos y sicólogos en apoyo a jóvenes de la calle mediante la educación, a través del arte en escuelas móviles y en el Laboratorio Arte Alameda.
La artista plástica comenta que su propuesta Prototipo de campaña podría considerarse una instalación o una intervención. Pero también un modelo ambientalista que podría replicarse en toda la ciudad, “para que no quede en una demagogia verde”.
“Mis proyectos tienen que ver con arte, sociedad y naturaleza. Pero sobre todo tienen como común denominador que están en la calle, en espacios públicos. El arte siempre ha sido reflejo de la realidad de cada época. Y hoy creo que hay una gran evasión de la humanidad respecto de lo que está pasando.
Tratamos de no encarar la realidad, y ahora lo que queda es buscar que el arte sea factor de cambio y que refleje lo que pasa. Mi idea como artista, aparte de hacer piezas más subjetivas, es generar este tipo de proyectos que involucren a la gente y su cambio de actitud para impulsar la solución de las cosas que están mal.
–¿Dónde reside lo artístico en este proyecto?
–Los proyectos que he realizado los he hecho con los mismos ingredientes con los que se hace una obra de arte: con amor y con la intención de modificar un entorno, como se modifica una tela en blanco, se pinta y se hace un cuadro. Es lo mismo, pero con elementos de la realidad. Querer modificar cosas es lo que hace que las cosas puedan florecer igual que florece una obra de arte.
Todos, parte del mismo destino
Enfrente del módulo, creado por el diseñador industrial Santiago Carral con duela reciclada de una casa derruida, se instalaron unas fotos de paisajes naturales y urbanos, y del micro y el macrocosmos, vinculadas entre sí por Fernández con líneas blancas.
Todo son relaciones de cosas, todo está unido, relacionado en un todo que se llama vida o destino. Todos somos parte importante de ese destino y de ese desarrollo de las cosas. Si una cosa cambia, quizá la de al lado también cambie. Eso es importante para mí como artista y, sobre todo, como ser humano y ciudadana del planeta.
Cada día, recuerda, se generan 18 mil toneladas de basura orgánica e inorgánica, y la gran mayoría podría reciclarse, lo que reduciría el impacto ambiental, la tala de bosques y otros problemas. “Aunque, hay que decirlo, el reciclaje no es la solución definitiva. La solución real sería consumir menos y, mejor aún, un cambio de conciencia profundo, que realmente pudiera modificar el futuro.
“No hay que maquillar la realidad: el planeta está muy mal, el futuro pinta terrible. Está bien que los medios de comunicación lo digan, porque la gente, hasta que no la ve cerca, no cambia de actitud.
Ya estamos en una situación límite, de hecho ya estamos atrasados, porque apenas se comienza a atender el deterioro ambiental que comenzó de manera acelerada hace unos 50 años.