uchas esperanzas fueron depositadas en Barack Obama por millones de personas en el mundo entero. Ingenuamente se consideró que en su presidencia, Estados Unidos podría tomar un rumbo distinto en temas cruciales de política interior y exterior que afectan a los estadunidenses y a numerosos pueblos a escala planetaria.
Particularmente, se creyó que la ocupación neocolonial estadunidense de Irak y Afganistán podría llegar a su fin y que esas cruentas guerras terminarían. Que serían clausuradas las prisiones que Estados Unidos mantiene en territorios ajenos, en sus buques y bases militares, y que los presos recluidos en ellas en condiciones infrahumanas, sin juicios, sometidos a tratos degradantes y torturas, serían liberados, o al menos, sujetos a los debidos procesos dentro del marco jurídico de sus leyes y de las que imperan en el ámbito internacional.
En América Latina, con el primer presidente afroamericano, terminaría el criminal bloqueo a Cuba, no se apoyaría ningún golpe de Estado, como el de Honduras, y una nueva época se abriría en las conflictivas relaciones entre Estados Unidos y los gobiernos progresistas latinoamericanos.
Sin embargo, lejos está Obama de satisfacer estas expectativas. Durante la primera parte de su administración ha incrementado el número de tropas en Afganistán, ha pospuesto la fecha de salida de Estados Unidos de Irak hasta diciembre de 2011 y ha elevado la cantidad y el presupuesto para las operaciones especiales o encubiertas. Sus comandos y personal especializado están maniobrando en 75 países, esto es, en 15 más que en el gobierno de Bush. Según lo reveló el Washington Post en junio pasado, más de 13 mil elementos de fuerzas especiales, militares y civiles, expertos en operaciones de inteligencia, guerra sicológica, asesinato selectivo, misiones de entrenamiento, acciones clandestinas, entre otras tareas, están desplegados en las regiones de interés estratégico para el imperio. Nueve mil de ellos están en Irak y Afganistán, pero también se han enviado equipos de elite a Irán, Georgia, Ucrania, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Perú, Yemen, Pakistán, Filipinas, Venezuela, Colombia y, atención, México. Me pregunto: ¿qué compromisos adquirió Felipe Calderón con Estados Unidos en el terreno militar y de inteligencia? ¿Cuáles son las misiones y tareas de estos expertos en la guerra sucia en nuestro país que actúan en el sigilo y con la complicidad gubernamental? ¿Qué sabe el Senado sobre estas operaciones encubiertas estadunidenses en territorio mexicano?
También, con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca se pensó que el caso de los cinco patriotas cubanos presos en cárceles de su país por luchar contra el terrorismo podría tener una solución institucional, una acción ejecutiva o una decisión política que llevaran a su pronta liberación, pues no existen razones legales para mantenerlos ya más de 12 años en reclusión, bajo terribles condiciones carcelarias.
En particular, indigna el trato cruel e inhumano infligido a Gerardo Hernández Nordelo, quien desde el 21 de julio y hasta el 2 de agosto, sin haber cometido acto alguno de indisciplina fue llevado a una celda reservada para presos a los que las autoridades aíslan como forma de castigo, con dimensiones de dos metros por uno, sin ventanas y ventilación adecuada debido a que el aire sólo entra por una pequeña rendija del techo, expuesta a muy altas temperaturas que superan los 35 grados. Hernández Nordelo compartió este infierno con otro preso, no se le permitió bañarse y era llevado en una jaula al patio sólo una hora, cuatro días de la semana. Hasta ahora, ha recibido únicamente la visita de su hermana Isabel, a través de un vidrio y un teléfono.
Tras 12 años de este cruel encierro en una prisión de máxima seguridad, Gerardo ha presentado algunos problemas de salud. En abril solicitó consulta médica y hasta el 20 de julio, tres meses después, fue revisado por un galeno de la cárcel. Además de presentar problemas de presión alta, el médico ordenó una serie de análisis debido a los síntomas que presenta, similares a los de otros presos afectados por una bacteria. En lugar de realizar los estudios pertinentes y brindar la atención necesaria para su tratamiento, al día siguiente el patriota cubano fue enviado abruptamente a esa celda de castigo.
Este nuevo atropello contra Gerardo se realizó en momentos en que debiera estar preparando junto a sus abogados su recurso de apelación por el habeas corpus presentado en el mes de junio; es significativo que esta sea la tercera vez que cuando se prepara su apelación, se encuentre en condiciones de aislamiento. Las violaciones a las leyes en este caso son innumerables: durante 12 años, por ejemplo, se le ha negado el derecho a recibir la visita de su esposa.
Gerardo, al igual que sus cuatro hermanos de causa, es inocente. Las autoridades judiciales de Estados Unidos tienen sobrada evidencia de que el único delito de los cinco es haber luchado contra los grupos terroristas protegidos por las autoridades estadunidenses. En lugar de liberarlos y devolverlos a su patria y sus familias, tal como espera todo el pueblo cubano, 10 premios Nobel y miles de personas de todas partes del orbe, la administración Obama continúa castigándolos como lo hizo antes la de su antecesor.
Habiendo desaparecido la guerra fría, sorprende que Obama siga asumiendo el odio hacia Cuba y su revolución de los presidentes anteriores, pues mientras se da cauce recientemente a un expedito intercambio de agentes de inteligencia presos entre Estados Unidos y la Federación Rusa, no se muestra un solo gesto de apertura para el caso de los cinco héroes cubanos. En esta materia, como en otras incumplidas promesas de campaña, el presidente Obama hace honor a su Premio Nobel de la Paz.