Viernes 13 de agosto de 2010, p. 3
La Habana, 12 de agosto. Fidel Castro cumple este viernes 84 años, remontando una enfermedad que lo puso al borde de la muerte, pero que ahora le permite desempeñarse como un alto consejero del gobierno de su hermano Raúl, con la mira puesta fijamente en un tema esencial en su agenda: Estados Unidos.
En sus artículos de los pasados dos meses y medio, Castro ha seguido la posición de Estados Unidos hacia Irán y Norcorea, pero ha sido comedido al referirse al presidente Barack Obama. El líder cubano ha pasado de la duda razonada al escepticismo y aun a la crítica frontal de la Casa Blanca, pero siempre ha dejado a salvo la actitud personal del mandatario estadunidense, al que describe a menudo por su origen racial y social, por sus antecedentes religiosos, su inteligencia y sus capacidades personales.
Dentro de ese, su tema casi único en este periodo, Castro mostró su convicción de que los cinco agentes cubanos presos en Estados Unidos desde 1998, serán liberados a corto plazo, este mismo año, incluso antes de diciembre. Así lo dijo, primero, en una reunión con artistas el 26 de julio. Lo repitió en la sesión del parlamento del 7 de agosto y fue más explícito al responder a periodistas venezolanos el domingo pasado: No hay ninguna adivinanza en esto
.
Sus comentarios han alimentado la conjetura de que esa posible liberación forma parte de un tácito canje de presos, no reconocido ni anunciado, y en el cual entraría la excarcelación de opositores cubanos que se está ejecutando mediante la Iglesia católica de la isla y el respaldo del gobierno español. Una parte de ese entramado podría ser la eventual salida de Allan Gross, el estadunidense detenido aquí desde diciembre pasado, sin cargos formales, pero al que las autoridades ubican como ejecutor de acciones hostiles contra la isla.
La cuestión de los presos es relevante, no sólo por los rasgos humanitarios implícitos, sino porque, de confirmarse las liberaciones mutuas, ambos países habrían removido el obstáculo principal para encarar ahora algún posible alivio en el conflicto de medio siglo. ¿Ese es el horizonte de Fidel Castro, ahora que tiene la mejor situación de salud en cuatro años y cuando hay un interlocutor reconocido en la Casa Blanca?
En la entrevista del domingo, el presidente de Telesur, Andrés Izarra, quiso indagar si había una conexión entre la cuestión de los cinco cubanos y las relaciones con Estados Unidos.
Fidel respondió: “No me preocupo por eso. Yo estoy olvidado de eso (…) esa no es tarea mía. Lo mío es decir las cosas y los acontecimientos, para que cada cual decida. Tú debes comprender que los compañeros no son gente que tú los vas a llevar del dedo o de la mano a hacer las cosas, y lo que yo quiero es que piensen, y creo que estamos avanzando muchísimo en eso”.
Nunca antes, desde que cayó enfermo, Fidel había expuesto tan claramente la definición de su propia ubicación política, como analista o consejero de la dirigencia, ajeno al mando efectivo. Sólo en algunas ocasiones sugirió que era Raúl, y no él, quien tomaba las decisiones.
Frente al hecho imprevisible que generó la enfermedad del hermano mayor, seguida de una notable evolución en mejoría, Raúl estableció una base institucional para el funcionamiento de la dupla dirigente: al tomar posesión del cargo, el 24 de febrero de 2008, el actual mandatario pidió al parlamento que lo autorizara expresamente a consultar con Fidel las decisiones de especial trascendencia para el futuro de la nación
.
En junio de 2008, Fidel se sintió obligado a aclarar que no había pugnas
dentro del Partido Comunista de Cuba (PCC) y él no encabezaba ninguna fracción o grupo
, aunque mantenía en sus escritos las convicciones que defendí toda mi vida
.
En enero de 2009 anunció la reducción de sus artículos para no interferir ni estorbar
al gobierno y pidió que ningún alto funcionario se sintiera comprometido
por esos textos. Sin embargo, aún es primer secretario del PCC y sus Reflexiones son asumidas en las filas partidarias como lineamientos efectivos.