Aumenta el número de jóvenes en ocupaciones precarias o que no encuentran colocación
A pesar de contar con una licenciatura se ven obligados a laborar en oficios mal pagados
La crisis los orilla a aceptar condiciones laborales sin apego a la Ley Federal del Trabajo
Viernes 13 de agosto de 2010, p. 13
En México cada vez son más los jóvenes que enfrentan el desempleo o tienen un trabajo precario. Estudiantes de licenciatura o bachillerato, incluso egresados de carreras universitarias, se ven obligados a aceptar empleos con bajos salarios y sin prestaciones sociales. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía revela que en promedio sólo perciben de uno a dos salarios mínimo. Entre ellos están Karen, Juan y Sabrina y éstos son sus testimonios:
Karen, empleada en una cafetería
Tengo 20 años y estudio en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) el séptimo semestre de la carrera de diseño y comunicación visual. Trabajo para poder terminar mi licenciatura. Es muy pesado porque vivo cerca de la FES Zaragoza, pero estudio en Cuatitlán. Todos los días me levanto a las cuatro de la mañana para llegar a la escuela, y de miércoles a sábado, e incluso muchos domingos, vengo a trabajar desde las 14:30 a las 21:30 horas, por un sueldo de 2 mil pesos mensuales. No tenemos prestaciones y sólo nos llevamos lo que dan de propinas como ingreso extra. Antes no tenía la necesidad de trabajar, pero hace un año mis papás se quedaron sin trabajo, y tienes que aceptar la realidad. Si quieres ser alguien en este país tienes que tener una carrera, aunque me parece muy frustrante que después de cuatro o cinco años de estudios, salgas de tu carrera y no encuentras nada. Así es fácil pensar para qué me meto a una universidad si saliendo voy a ser taxista o taquero, y tampoco tenemos el lujo de darnos por vencidos.
Juan, repartidor de supermercado
Fue duro cuando llegué y me dijeron que pagaban a 15 pesos la hora. Ya había tocado muchas puertas y en todas me decían que no porque aún estudio mi carrera de ingeniero en telecomunicaciones. Y ni modo, me quedé porque aquí puedo seguir con la escuela. Trabajo seis horas diarias. Tengo contrato, pero te dan lo mínimo. Desde niño busqué trabajar, pero cuando terminé la prepa pensé que iba a ser más fácil conseguir un empleo mejor, y sobre todo ganar más, pero no fue así. Trabajé de cajero en una cadena de tiendas, pero no duré mucho porque me pagaban 507 pesos semanales por nueve horas. Nos ofrecían una comisión de uno por ciento sobre lo que lográbamos vender, pero necesitas una cuota de 100 mil pesos de ventas para que te dieran mil de comisión. Mi mejor salario lo alcancé como lavador de loza en un hotel: me daban mil 350 pesos semanales, pero me tuve que salir porque me cambiaron una materia al turno matutino, y si no la cursaba perdía el año.
Sabrina, animadora en un parque de diversiones
Estudio la preparatoria en un plantel del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM. En mis vacaciones trabajo para completar mis gastos. A nosotros nos piden llegar a las ocho de la mañana y mi turno termina a las 14 horas, apenas me da tiempo para ir a la escuela. Nos pagan 110 pesos diarios (dos salarios mínimos) por seis días a la semana. La empresa nos advierte que si queremos ser recontratados no podemos faltar ni tener errores en el trabajo. Es muy pesado, porque todo el día estamos de pie, no tenemos horario para comer, y además tenemos que pagarla. Nos la venden a 25 pesos, pero muchos nos aguantamos el hambre para no perder lo poco que ganamos. Espero que cuando salga de la prepa pueda conseguir un mejor empleo y ganar un poco más, pues para eso estudio.