l Foro de Sao Paulo (FSP) cumplió 20 años, los que se celebraron en Buenos Aires, Argentina, la semana pasada, donde se llevó a cabo el XVI encuentro de este espacio de debate y coordinación, el principal de los partidos de izquierda de América Latina y el Caribe.
Visto a la distancia de 20 años, el balance del FSP es muy positivo pues entonces las perspectivas de las izquierdas parecían mucho más adversas que hoy. En 1990, la caída del Muro de Berlín y el comienzo de las políticas neoliberales llevarían a lo que poco después se llamaría el Consenso de Washington. Todo ello anunciaba un largo periodo de una resistencia difícil para la izquierda y los movimientos sociales. Hoy, en cambio, los partidos de izquierda, populares y progresistas han conquistado el gobierno en la mayoría de los países de la región y han emprendido reformas profundas en el camino de la construcción de sociedades más justas, más democrática y más soberanas en cada nación.
Pero este balance positivo no puede ser autocomplaciente. Por ello, el debate de Buenos Aires puso algunos temas en la mesa, que muestran que las perspectivas de la izquierda son muy complejas y enfrentan grandes retos. En primer lugar, el golpe de Estado en Honduras es un pendiente para los pueblos latinoamericanos. El régimen surgido de ese golpe no puede ser considerado legítimo y tolerable. Reconocerlo es reconocer la impunidad de los golpistas. Aún así, el gobierno de Lobo ha logrado aceptación de algunos países, incluyendo, recientemente, México.
Por ello la presencia del presidente Zelaya y el reconocimiento del Frente de Resistencia Nacional como la fuerza de izquierda representativa en ese país, fue tan importante en el foro de Buenos Aires. Fue no sólo un recordatorio, sino el testimonio vivo de esa cuenta pendiente con la democracia, la estabilidad y la paz de la región latinoamericana.
Pero ese no fue el único punto del debate sobre problemas inmediatos que enfrenta la región. Las bases militares norteamericanas en Colombia y los conflictos con su vecina Venezuela son asuntos que preocupan especialmente a los gobiernos y las fuerzas del foro. A ello hay que agregar el triunfo de Juan Manuel Santos en las elecciones presidenciales y todo lo que ello representa. Ante esta situación, además del repudio a las bases militares, el foro propuso públicamente una salida negociada al conflicto interno que incluya liberación de todos aquellos han sido privados de su libertad y el cese de hostilidades. Posición que va en línea con la posición de las fuerzas de izquierda agrupadas en el FSP, en particular el Polo Democrático Alternativo, y con el llamado que también fue hecho por el presidente Chávez, pocos días atrás.
A este balance, del lado de los faltantes debe también sumarse la situación compleja de las izquierdas en Perú y México, donde por muy distintas razones que no cabe analizar aquí, los partidos que se agrupan en el FSP han vivido procesos electorales adversos o situaciones de dispersión y división.
A lo anterior deben agregarse las derrotas electorales en Panamá y Chile, el año pasado, aunque se registró del lado de los haberes importantes victorias de la izquierda en Uruguay, Bolivia y Ecuador, además de la que se tuvo en El Salvador. Signos positivos también parecen encontrarse en las elecciones que se realizarán próximamente en Venezuela pero sobre todo en Brasil, donde la candidata presidencial Dilma Rousseff podría lograr una victoria amplia y contundente.
Otros procesos positivos son los mecanismos de integración y sus más recientes desarrollos en la Alba y el Mercosur, pero también la creación de la Unasur y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. También se reconoció el esfuerzo de coordinación de los partidos del Foro de Sao Paulo en defensa de los migrantes latinoamericanos en Estados Unidos.
Pero el principal reto de las izquierdas latinoamericanas es profundizar los cambios y demostrar que un nuevo modelo de desarrollo está surgiendo. Otro mundo es posible se ha dicho. Ahora, los gobiernos de izquierda, populares o progresistas tienen que demostrar que ese nuevo mundo tiene una cara reconocible. Tiene rasgos más definidos que las políticas de combate a la pobreza o el desarrollismo. Este modelo, sin embargo, no puede ser igual en todos los países. La diversidad de las izquierdas latinoamericanas no es un problema de personas: Chávez o Lula, Mujica o Evo, por decir algo, sino de historias nacionales, de experiencias políticas imposibles de copiar, exportar o imitar. Así si el reto del FSP es mantener la unidad en la diversidad, pero es también impulsar mediante la reflexión, el debate y la acción solidaria, las líneas que deben seguirse para construir más claramente es nuevo mundo, como parte de la construcción de un nuevo paradigma hacia el socialismo
Este debate es muy amplio. En el encuentro de Buenos Aires se debatieron 13 temas distintos y específicos en sendas mesas de trabajo. Desde las políticas de defensa militar a escala continental hasta las de medio ambiente, delincuencia organizada, derechos humanos y migraciones. También, las políticas de género y diversidad sexual. Hubo paralelamente un encuentro de jóvenes. Y resoluciones especiales sobre distintos países incluyendo la reconstrucción de Haití, la solidaridad con Cuba y la situación de México. Todo ello además de los temas del documento base que analizaban la crisis económica mundial, la situación de América Latina y las tareas inmediatas del foro.
Las enseñanzas que dejan las experiencias exitosas de las izquierdas latinoamericanas, pero también sus derrotas, errores y tropiezos en este mosaico que representa nuestra región, se expresa en el FSP. Por ello, sus encuentros son algo más que una reunión de partidos amigos. Son un pequeño universo de historias, posiciones y pensamientos y, al mismo tiempo, una esperanza de cambio basada en la unidad, la integración regional y la solidaridad. (Los documentos y la información del XVI Encuentro de Buenos Aires pueden ser consultados en www.forodesaopaulo.org)
