Taurinos con brújula pero sin imán
propósito de las pías interpretaciones presidenciales del escudo nacional, recordé al poeta colombiano Porfirio Barba Jacob, uno de los seudónimos de Miguel Ángel Osorio Benítez (Antioquia, 1883-ciudad de México, 1942), quien fue expulsado de nuestro país tras publicar esta cuarteta incómoda: No hay en el mundo blasón/ que a la verdad más se ciña:/ el águila, la rapiña;/ la serpiente, la traición
. Y aléguenle, mexiqueros. Sin embargo, entre versos provocadores, poemas luminosos y excesos, el hombre también se daría tiempo de fundar, en 1919, el periódico El Porvenir, en Monterrey, a merced hoy, como nunca, de depredadores y víboras.
Cuando un país no sabe si va o viene es porque ya perdió la brújula o a ésta se le acabó el imán. Entonces hace como que se discute a sí mismo, aparenta reflexionar, lanza iniciativas demagógicas, simula defenderse y redobla esfuerzos, aun cuando hace décadas haya perdido los objetivos que le daban sentido como nación, hasta convertirse en botín de millonarios sin imaginación ni sensibilidad –no se diga visión de futuro y grandeza de miras.
Quizá por eso sucesivos gobiernos –o lo que se les parezca– hace años compran y venden empresas quebradas que benefician a algunos y perjudican a muchos, o siguen construyendo segundos pisos para favorecer al automóvil y no a la calidad de vida, o permiten que se difundan a diario toneladas de mierda por televisión para luego sorprenderse de las graves consecuencias que acarrean. Es el tiololismo institucionalizado, a cargo de gobernantes y gobernados. Un ejemplo:
El pasado jueves, conspicuos aficionados, en el colmo del internacionalismo taurino, con brújula pero sin imán, se congregaron frente a la embajada de España para protestar enérgicamente porque las corridas de toros fueron abolidas, ¡en Cataluña!, mientras en México la tradición taurina –no bicentenaria, sino con 474 años– se nos escurre entre las manos por el voluntarismo inepto de la mafia que se apoderó del país y ante la indiferencia o complicidad de especialistas, agrupaciones, aficionados y público.
Soslayado este fastidioso detalle y con la asistencia de periodistas, representantes de matadores, así como de subalternos, aficionados e incluso de algunos antitaurinos que no fueron convocados pero que de todas maneras acudieron, se hizo entrega al secretario de la sede diplomática –el embajador no había llegado– de una carta dirigida al presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
Sólo que el buen juez por su casa empieza, pero acá preferimos ver la paja en el ojo ajeno, antes que por perspicaces, como recurso para ignorar la enceguecedora viga en el propio. Y es que cuando la brújula del pensamiento se queda sin imán el juicio se pierde en el norte, en el este, en Barcelona o en cualquier otro punto cardinal.
Intuitivo y visionario, Barba Jacob, que llamaba tiquismiquis
a los simuladores, escribió: Solloza en mi razón un soplo frío/ que antiguo brío hiela en la inacción
. Razonados y activos, en cambio, los manifestantes del jueves desplegaron entre otras cosas una manta con la leyenda: ¡Viva México! ¡Viva España! ¡Viva el arte de torear!
, emparejando simplonamente dos realidades taurinas diferenciadas por la autoestima de unos y la desvergüenza de otros.
¿Qué tal ahora una cartita ya no al presidente de México, enfrascado en luchas no por infructuosas menos convenientes no obstante su taurinismo de clóset, sino a los multimillonarios mexicanos que aparecen en la revista Forbes entre los mil individuos más ricos del planeta y que tan mal ejercen como empresarios o divulgadores de la degradada fiesta brava que gracias a sus criterios tenemos? Eso sí sería agarrar al toro por los cuernos. ¿O de plano oligarquía mexicana mató inteligencia taurina?