Lunes 13 de septiembre de 2010, p. 16
La Arquidiócesis de México reiteró en su semanario Desde la fe que Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos murieron siendo sacerdotes de la Iglesia católica, debido a que el carácter sacerdotal no se puede perder por ningún tipo de ceremonias, sino que permanece eternamente
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El director del Archivo Histórico del Arzobispado de México, Gustavo Watson, detalló en el texto que la excomunión dictada a Hidalgo por el obispo electo de Michoacán, Manuel Abad y Queipo, careció de validez, debido a que este individuo no tenía la potestad de excomulgar. El problema fue que cuando Fernando VII recuperó el trono, el 4 de mayo de 1814, desconoció lo que habían hecho las cortes y la regencia, y los que habían sido presentados por ésta para obispos no fueron consagrados, cosa que le sucedió a Abad y Queipo.
Señaló que Hidalgo murió reconciliado con la Iglesia, debido a que antes de ir al cadalso se confesó y reconcilió varias veces
, según está documentado. Además de que fue sepultado en terreno eclesiástico.
Su restos, junto con los de otros héroes, fueron depositados bajo el altar de los reyes, en la Catedral, donde permanecieron 72 años, hasta 1895, cuando fueron trasladados a la capilla de San José, en el mismo recinto religioso. Todo esto no hubiera ocurrido si Hidalgo hubiera muerto excomulgado.
El caso de Morelos, señaló, es similar.
Refirió que la excomunión y la degradación son distintas. La degradación del proceso efectuado contra Morelos consistió en la privación de beneficios, oficios y ejercicio del orden
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