Publicada en 1906 y firmada con el seudónimo de Eduardo A. Castrejón, la novela que da cuenta del suceso ocurrido en 1901, conocido popularmente como el baile de los 41 –cifra que es usada desde entonces como estigma y choteo de la homosexualidad en México– ha sido reditada por la Dirección de Literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con prólogo del recién fallecido Carlos Monsiváis y un estudio crítico de Robert McKee Irwin.

Con el título Los cuarenta y uno: novela crítico-social, el texto da cuenta de la fiesta y la redada de la policía a la casa donde se realizaba el jolgorio, así como del escarnio público y el castigo que recibieron los participantes de la velada.

Según McKee, hasta la fecha parece que sólo existe un original de la singular novela, que se encuentra en el fondo reservado de la Biblioteca Nacional. Además, de acuerdo con sus indagaciones, Eduardo A. Castrejón parece ser el seudónimo del general Mario Ruiz Montañez (1846-1932) y gobernador del estado de Nayarit. Aunque es sólo una hipótesis, explica el investigador.

Entre otros detalles que ofrece la novela, se sabe, por ejemplo, “que sólo 19 de los 41, eran hombres trasvestidos; había otros que sólo eran afeminados y otros eran invitados de cantinas que no tenían nada que ver con ese grupo de amigos y que quizá asistieron sólo por curiosidad.

También se ha dicho que en los primeros reportes se menciona a 42 personas, y un día después eran 41; de ahí el mote que se quedó para la historia, pero se dice que el nombre que se eliminó fue el de Ignacio de la Torre, yerno de Porfirio Díaz.

Suceso mediático

A más de un siglo de su publicación, la novela Los cuarenta y uno: novela crítico-social se presentó el pasado lunes, con los comentarios de la escritora Rosa Beltrán, Gabriela Cano, Antonio Marquet y el investigador estadunidense.

Beltrán destacó que en el estudio de McKee se detalla y describe cómo en los periódicos de la época aparece la noticia, el arresto, pero sin que existiera evidencia de que legalmente hayan sido penalizados.

Ante lo que se conoció como el baile de los 41, como dato interesante, apuntó Beltrán, la sociedad se escandaliza más de lo que se sorprende, pues como explica McKee, era un hecho por todos conocido lo que ocurría; pero siempre y cuando no fuera consignado y exhibido la sociedad estaba dispuesta a tolerarlo.

El prólogo crítico de Monsiváis “habla de manera sucinta y minuciosa sobre el tratamiento de la homosexualidad en la literatura del siglo XIX, a partir de un personaje que aparece en 1871 de nombre Chucho El ninfo”.

Gabriela Cano explicó que la novela no se puede considerar como el primer texto literario gay; destacó que el hecho documentado fue un acontecimiento mediático que hizo visible la homosexualidad en México y hoy es referencia cultural para la diversidad sexual de nuestro país.

Marquet consideró que los 41 es un acto masivo de limpieza genérica: el primero de una larga serie en el siglo XX. De homosexualidad clandestina se pasó a sexualidad lapidada. Socialmente fue un acto de consolidación de los prejuicios y la ilegalidad.

Los cuarenta y uno: novela crítico-social, de Castrejón, es una coordenada de la historia de la comunidad LGBT. Y no cualquier coordenada, sino el principio. Un momento inaugural.

Uno de los propósitos de reditar la novela acompañada, comentó McKee, es porque muchas veces pensamos que los debates en torno a la diversidad sexual son una cuestión reciente. Se cree que fue a partir de los años 60, durante la revolución sexual, cuando surgió todo eso; cuando en México existe toda una historia nacional muy arraigada que va mucho más allá de 1901, pero es una historia desconocida que no se incluye en la historia oficial.