París, 29 de octubre. Los estudiantes franceses reconocieron no tener el poder de bloquear la economía del país pero sí el deber de masificar las manifestaciones. No sólo para exigir la anulación de la reforma al retiro, y dejar la ley con 37 años y medio de cotizaciones, sino que además se incluya en la cuenta los cinco años de estudios universitarios. Porque cuando la tasa de desempleo de los jóvenes aumenta, al gobierno no se le ocurre nada mejor que prolongar el tiempo del empleo en los mayores.

Ese es el meollo del discurso que movilizó esta semana a la minoría de estudiantes que no tomó las dos semanas de vacaciones de Todos Santos, excepcionalmente simultáneas a nivel nacional (habitualmente se escalonan en tres áreas geográficas).

Esto explica que las cifras de asistencia a las marchas de las 273 ciudades francesas, reconocidas por la policía o aportadas por los organizadores, con todo y su habitual y abismal diferencia, coincidan en contabilizarlas a dos tercios de lo que respectivamente aceptaron el 12 y el 16 de octubre pasado.

La séptima movilización desde que empezó el conflicto contra la reforma de la ley de pensiones, que aumenta en dos años el número de años requerido para pasar a retiro, ya no ocurrió contra una amenaza del Legislativo, sino en protesta por la aprobación de la iniciativa por ambas cámaras –con escaso margen frente a la oposición– con la esperanza de poder presionar al presidente Nicolás Sarkozy para que no la promulgue a mediados de noviembre entrante. Otra movilización el sábado de la próxima semana debería terminar por forzarlo, pero los manifestantes confiesan no hacerse ilusiones al respecto: todos dicen que es la primera vez que un presidente no cede un ápice a pesar de tanta protesta mantenida por largo tiempo.

En la manifestación del jueves pasado, la cola salía de la plaza de la República mientras la cabeza se dispersaba con gente furiosa porque los CRS (Compañía Republicana de Seguridad, creada en 1944 por el gobierno de Vichy y conocida mundialmente desde mayo de 1968) imponía la medida inédita de obligar a quitarse las calcomanías de protesta de la ropa.

La voz unánime dentro de los contingentes evoca algo nuevo en la historia reciente de las manifestaciones parisinas: el papel provocador de los CRS vestidos de civiles, rompiendo vitrinas, y con documentadas acciones de represión a los medios de información. Documentos, en foto y video, que a decir de los manifestantes prueban que el gobierno no quiere que la opinión pública sea informada del tono y amplitud que ha ido tomando el movimiento.

No obstante, esta mañana se publicaron los resultados de una encuesta: 65 por ciento de los franceses, es decir, dos de cada tres, aprueba la continuación de la movilización contra el aumento en la edad de jubilación.