En una muestra fotográfica, Calcuta apreciará los rituales del tradicional festejo mexicano
Tomas de Maritza López, Susana Casarín, Yolanda Andrade y Ruth Lechuga, abiertas al público desde ayer
Plasman la diversidad cultural y artística con la que se celebra al pie de la tumba
Lunes 8 de noviembre de 2010, p. a12
Las celebraciones y rituales en torno a la muerte que se realizan en México llegaron a India por medio de la obra de las fotógrafas Maritza López, Susana Casarín, Yolanda Andrade y Ruth Lechuga.
Día de muertos se titula la exposición que se inauguró ayer, 7 de noviembre, en la galería Bengal del Centro Rabindranath Tagore de Calcuta, conformada por obras que plasman historias vivas fascinantes de las cuales estas imágenes son atisbos deslumbrados
, explica Alberto Ruy Sánchez en el texto que acompaña la muestra.
Las fotografías que se podrán apreciar en el país asiático, añade el escritor, “son gestos poderosos del encuentro afortunado de cuatro miradas lúcidas con una realidad ritual sustancial que en México se vive como una dimensión compleja de la existencia y que sólo parece poder expresarse con fuerza contundente a la manera esencialmente barroca, retomando su significado de todas las dimensiones de la vida y luego impactando todos los sentidos.
Estas cuatro fotógrafas excepcionales nos muestran por qué la fotografía contemporánea es columna vertebral del arte mexicano, el cual no deja de explorar las sustancias de la vida, una de ellas, su espejo oscuro, a ratos colorido: la muerte.
La brillante y variada selección de imágenes del Día de Muertos mexicano, detalla, es sorprendente por su fuerza estética, pero también por la diversidad cultural que muestra.
La exposición presenta “cuatro maneras de construir composiciones, pero también cuatro modos de asombrase ante lo que encuentran. Hay quien pone el énfasis de su imagen en la gran protagonista: la muerte, la calavera y sus transformaciones, o en la comunidad indígena que realiza un ritual en el patio del templo.
“O en algunos de sus actores que danzan con máscaras o que imploran en la tumba, o que velan al pie de sus ofrendas en el cementerio o en el altar hogareño.
“De manera más enigmática, algunas de estas imágenes nos permiten pensar en la presencia de los muertos: esos que se han ido pero que son evocados de manera material a través de su retratos sobre los altares y de la comida que les gustaba, incluyendo el simbólico pan de muertos.
No cualquiera comprenderá al ver estas imágenes la complejidad de los rituales del Día de Muertos y la variedad de ellos, siempre reinventados y siempre antiguos.
Maritza López, quien ha participado en más de media centena de exposiciones colectivas y 11 individuales en México, Sudamérica, Estados Unidos, España e Italia, presenta historias de los años 80 del siglo pasado. En sus fotos se lee la angustia, la tristeza, pero también la tradición de los coloridos altares con el pan de manteca y la imagen de la Virgen. Los rezos, la velación, la vendimia de flores y cerámica, elaborada especialmente para Día de Muertos, forman parte de su portafolios.
Susana Casarín, profesora de fotografía y multimedia en diversas universidades de la ciudad de México, documenta esta fiesta desde la intimidad de un pueblo chico; las ofrendas familiares y los disfraces del 2 de noviembre en Naolinco, Veracruz, están presentes en su obra.
Yolanda Andrade, quien recibió en 1994 la beca John Simon Guggenheim Memorial Foundation para realizar su proyecto fotográfico sobre la ciudad de México, revela a la muerte en la gran urbe en los años 90, así como las maneras de ser y de comportarse ante ella. En sus imágenes muestra la risa, la burla, la ironía al estilo del José Guadalupe Posada.
También se presentará obra de la fotógrafa austriaca Ruth Lechuga (1920 -2004), quien llegó a México exiliada en 1939. Tenía 17 años y venía huyendo de la Segunda Guerra Mundial.
Desde su arribo se interesó por la cultura popular de este país, en particular por las raíces y tradiciones indígenas. Aunque estudió medicina y la ejerció en una clínica más de 20 años, su verdadera pasión fue la iconografía.
Documentó la estética indígena, en especial las máscaras que tarahumaras, coras, huicholes, mayas, tlaxcaltecas o purépechas utilizan en sus diferentes danzas.
Recorrió todo el territorio nacional entre 1950 y 1980. Las imágenes de Lechuga que se presentan en esta exposición internacional forman parte del archivo de la publicación Artes de México.