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Durante 20 años han fracasado proyectos oficiales para sanearlo

El lago de Guadalupe aún es un vertedero de aguas negras

Proliferación de viviendas y falta de infraestructura agravan el problema

Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 8 de noviembre de 2010, p. 34

Cuautitlán Izcalli. Méx., 7 de noviembre. Después de 20 años y una inversión de más de 200 millones de pesos, el Lago de Guadalupe sigue siendo el colector de aguas negras más grande del valle de México, al recibir 14 millones de metros cúbicos de residuos al año.

Aunque el gobierno estatal declaró el 13 de octubre de 2004 la creación del Parque Estatal Santuario Forestal y del Agua Presa de Guadalupe, ello no ha frenado la devastación del área, donde habitan patos, halcones, gavilanes, lagartijas, tortugas y otros animales silvestres.

Las aguas negras de viviendas y empresas provienen de los municipios vecinos de Nicolás Romero, Atizapán y Cuautitlán Izcalli, que desfogan en los ríos San Pedro, Xinte, Chiquito (o San Idelfonso) y El Muerto.

Esos cuatro ríos recogen de manantiales que escurren por la zona montañosa del centro ceremonial Otomí-Mexica, así como de los bosques de oyameles, pinos y cedros de Jilotzingo, Tlazala de Fabela y Nicolás Romero.

Sin embargo, al cruzar por la zona urbana de Nicolás Romero, Atizapán y Cuautitlán Izcalli, los ríos se convierten en canales a cielo abierto donde se mezclan con aguas residuales.

La presa fue construida entre 1936 y 1943 para captar escurrimientos de manantiales, ríos y bosques, servir de vaso regulador y fuente de irrigación, así como evitar inundaciones.

La cuenca tiene una superficie de mil 740 hectáreas, incluidas la zona forestal, cañadas y cauces de los ríos. El lago alcanza en temporada de lluvia un espejo de 450 hectáreas y almacena hasta 66 millones de metros cúbicos.

Roberto Espinosa, presidente de Aqua Biosphera, sostiene que rescatar el lago no requiere inversiones tan grandes como se ha señalado y el deterioro se debe a políticas erróneas. Por ejemplo, mencionó que en 1994 la Comisión del Agua del Estado de México inició la construcción de colectores alrededor del lago, que costaron más de 60 millones de pesos y no resolvieron el problema, pues el drenaje no capta ni una gota de aguas residuales.

En 2006 se comenzó a construir el colector sur para captar las descargas de los ríos Chiquito, Xinté y Muerto.; sin embargo, en agosto de 2008 la Comisión Nacional del Agua (Conagua) clausuró las obras y desde entonces ha impuesto multas al gobierno mexiquense porque no cumplió con estudios de impacto ambiental, invadió el espejo del lago y afectó nichos de fauna silvestre.

La Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México elaboró un estudio en el cual concluyó que era mejor instalar plantas tratadoras, propuesta con la cual coincidió la Conagua; sin embargo, el proyecto está detenido.

Roberto Espinosa, ingeniero especialista en aguas residuales, señaló que la alternativa es crear un sistema integral de drenajes, colectores marginales y plantas de tratamiento.

Expuso que a la falta de redes de drenajes primarios en Nicolás Romero –principal aportador de aguas negras al lago– se suman cientos de viviendas que desfogan directamente en vaso.

Invasión inmobiliaria

La declaratoria de 2004 que dio origen al santuario prohíbe cualquier obra y la tala; protege la flora y la fauna silvestres y exige contener nuevos asentamientos humanos.

Sin embargo, el entonces gobernador Arturo Montiel Rojas autorizó la construcción de desarrollos habitacionales en 700 hectáreas aledañas al lago de Guadalupe, donde inmobiliarias impulsan al menos ocho fraccionamientos que agregarán 8 mil residencias a la cuenca: La Floresta, Mirabella del Lago, Cántaros 3, Cántaros 4, Villas Turísticas Norte, Villas Turísticas Sur, así como Colonial del Lago, Montesur y Campestre del Lago.

A su vez, el ayuntamiento de Cuautitlán Izcalli y el Instituto Mexiquense de la Vivienda prevén la regularización de 27 hectáreas en predios del parque estatal Ignacio Pichardo Pagaza, contiguo al lago.

Especialistas de la FES Iztacala y Aqua Biosphera advierten que esto incrementará los desfogues en el vaso regulador.

En los alrededores hay cuatro plantas tratadoras de aguas (una pertenece al Club de Golf Madeira), pero desde hace más de 30 años todas están abandonadas.