Opinión
Ver día anteriorLunes 8 de noviembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Manglares y la cumbre del clima
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tres semanas de que se inicie una nueva cumbre sobre el clima, en Cancún, se conocen nuevos informes que muestran la necesidad de garantizar el buen estado de los recursos naturales del planeta, y de México en particular, si en realidad se quiere reducir y detener los efectos nocivos que ya causan los gases de efecto invernadero en todo el mundo.

Pero además, y quizás convencidos de que no deben dar lugar a cuestionamientos en la citada cumbre, los senadores, especialmente del Partido Acción Nacional (PAN), desistieron de su intento por dar validez legal a la destrucción de los manglares, especialmente para complacer los intereses del gran capital hotelero. En esa tarea los acompañaban 16 de los 17 gobernadores de las entidades con área costera. La excepción: el de Yucatán, hoy procurador federal del medio ambiente.

Alegaban los mandatarios y los legisladores del PAN que protegiendo los manglares se desalentaban las inversiones y la creación de empleos, que tanta falta hacen. Proponían una compensación económica por destruirlos y sembrarlos en otros sitios costeros, como si esos ecosistemas se dieran en maceta y fueran los empresarios hoteleros el mejor ejemplo de cuidado del medio ambiente.

La reacción nacional e internacional contra dicho intento no se hizo esperar. Por enésima vez, los especialistas señalaron que los manglares están considerados como los ecosistemas más productivos del planeta, pues allí nacen y se reproducen diversas especies de agua dulce y marina; son refugio de aves migratorias y fuente de empleo y alimento para millones de personas; filtran contaminantes y protegen la costa contra la erosión y los huracanes.

Sin embargo, en México acabamos ya con la mitad de los manglares que teníamos. Quedan poco más de 700 mil hectáreas y todo apunta que, aun con la oposición de algunos funcionarios responsables del medio ambiente en el país y de los intereses de empresarios metidos a políticos, se protegerá mucho más las cuatro variedades de mangle que existen (rojo, blanco, negro y botoncillo) al clasificarlas como amenazadas. Y la amenaza proviene en muy buena parte de las instancias oficiales que atienden, tarde, las denuncias ciudadanas sobre la materia. Cuando ya el manglar fue destruido y el culpable de hacerlo, a lo sumo, paga una multa. Es la realidad que se vive en diversas entidades, como Quintana Roo, Jalisco, Nayarit y Sinaloa.

Si proteger los manglares es una buena noticia para Cancún, no lo serán los datos que muestran la destrucción de nuestros bosques y selvas. Recientemente un informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) reafirmó lo que bien saben los funcionarios y los especialistas: México perdió los últimos 15 años casi 5 millones de hectáreas de esa riqueza natural. Solamente Brasil nos supera en el continente si bien el gigante del sur redujo los últimos años el ritmo de destrucción de la selva amazónica.

Los datos de la Cepal reafirman que seguimos acabando con un bien fundamental contra el cambio climático, para evitar los daños de las lluvias y los huracanes, para garantizar la biodiversidad y reducir los gases de efecto invernadero y sus nocivas consecuencias.

No solamente seguimos perdiendo miles de hectáreas de bosques y selvas cada año, sino que las políticas de reforestación no han sido tan exitosas como presumen los funcionarios. Mientras, otros países (como Chile, Uruguay y Cuba) han logrado aumentar su extensión boscosa por medio de programas de manejo forestal sustentable en su más amplia expresión, y contando para ello con la participación activa de las comunidades agrarias y hasta los empresarios. Ejemplos de la forma en que la tala arrasa con los árboles los tenemos hasta en las áreas protegidas, como La Malinche; o en la selva lacandona, considerada de seguridad nacional por su enorme importancia ambiental, económica y social.

México promueve entre la comunidad de naciones una agenda verde que despierta apoyos. Nuevamente será objeto de discusión en Cancún. Pero la mejor manera de hacerla realidad es predicando en casa, protegiendo y enriqueciendo lo mismo manglares que bosques y selvas, una tarea todavía sin cumplir.