Opinión
Ver día anteriorMartes 9 de noviembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Presupuesto para salud: no aprendemos
L

a pandemia de influenza por el virus A/H1N1 nos dejó varias lecciones importantes. Nos mostró las insuficiencias de nuestro sistema de salud en diversas áreas, entre las que pueden destacarse: la capacidad para detectar a tiempo nuevos agentes infecciosos, el funcionamiento de los dispositivos de vigilancia epidemiológica, los sistemas de atención médica ante contingencias sanitarias, así como la producción de vacunas.

Nuestro país fue sorprendido por la nueva enfermedad y reaccionó como pudo, poniendo en juego todas sus capacidades. Si bien tuvimos que lamentar el deceso de mil 316 personas (cifras al 19 de julio de 2010), la letalidad del virus y su transmisibilidad fueron moderadas. Al final, la enfermedad pudo ser controlada.

Pero no podemos actuar ahora como si nada hubiera pasado. El virus pandémico fue una especie de aviso, un ensayo de lo que puede ser –si no obtenemos las lecciones de esa experiencia y actuamos– una catástrofe sanitaria. Lamentablemente parece que no aprendemos. El presupuesto para salud previsto para 2011 tiene una reducción de cerca de 5 mil millones de pesos. Pero además, algunas de las asignaciones y los recortes impedirán concluir a tiempo proyectos dirigidos a subsanar las deficiencias que reveló la pandemia. Algunos ejemplos:

Durante la contingencia se emprendió la creación de nuevos laboratorios para la identificación de agentes infecciosos y se comenzó la construcción de un nuevo Instituto Nacional de Referencia Epidemiológica (Indre), con un laboratorio de bioseguridad de nivel tres, que permitirá la detección oportuna de nuevos agentes. La conclusión de este proyecto requiere, de acuerdo con la directora de ese organismo, Celia Alpuche, de unos 400 millones de pesos, pero sólo se le asignaron 100, lo que producirá un enorme retraso.

México aportó en los primeros meses de la epidemia el mayor número de muertos a escala mundial, entre otras cosas porque no sabíamos a lo que nos enfrentábamos.

Otro ejemplo es el de la producción de vacunas. Nuestro país tuvo que hacer fila durante la pandemia y esperar varios meses para recibir los lotes de estos biológicos, una vez que los países productores satisficieron su demanda interna. El tiempo es un factor importante y puede ser la diferencia en una emergencia sanitaria.

Para enfrentar este problema se firmó un compromiso con los laboratorios franceses Sanofi Pasteur, que ha sido muy bien documentado en La Jornada por Ángeles Cruz Martínez. La farmacéutica invirtió cerca de 100 millones de euros en la construcción de una planta que fue inaugurada el pasado 15 de octubre en Ocoyoacac, estado de México, en la que se producirá, con la más avanzada tecnología, el antígeno contra distintos tipos de influenza. En esa ocasión el licenciado Felipe Calderón presumió que ahora México está más preparado que nunca para enfrentar una pandemia.

El acuerdo con Sanofi prevé que, una vez creado el antígeno, nuestro país se hará cargo de la parte del proceso que incluye la formulación (la combinación de cepas virales que incluirán las vacunas), el envase, el etiquetado y el empaque, para lo cual la empresa Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), dependiente de la Secretaría de Salud –dirigida actualmente por Samuel Ponce de León, investigador médico muy calificado–, se comprometió a crear una planta en Cuautitlán, también en el estado de México, con lo que a corto plazo se incrementaría la disponibilidad de vacunas y se reducirían los costos. Pero para su conclusión se requieren unos 350 millones de pesos, y en el proyecto de presupuesto para 2011 sólo se le asignaron 80. Esto se traducirá en un retraso y en el incumplimiento de acuerdos internacionales y, lo más grave, retardará el acceso de la población a este recurso preventivo producido en México.

José Ángel Córdova Villalobos, secretario de Salud, planteó el primero de octubre en su comparecencia ante la Cámara de Diputados que la dependencia a su cargo requiere de casi 6 mil millones de pesos adicionales para atender en 2011 las necesidades de la población en materia sanitaria. Sería de risa si no se tratara de algo tan serio, que quien decidió el presupuesto para este sector, con asignaciones arbitrarias a programas y recortes incluidos, fue el licenciado Felipe Calderón por medio de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Córdova Villalobos tiene razón al plantear las necesidades de la dependencia a su cargo, pero al inconformarse, así sea tímidamente, y pedir a los legisladores corregir las determinaciones de su propio jefe, revela involuntariamente la poca seriedad e incluso la irresponsabilidad con la que se elabora el proyecto de presupuesto de egresos, arriesgando programas y compromisos contraídos en áreas que son muy delicadas, pues lo que está en juego aquí es la salud de los mexicanos.

La conclusión es muy clara: de las lecciones que dejó la pandemia, no se aprendió nada.