orelia, Mich. Después de una cansina retahíla de discursos oficiales con abundantes deslices y traspiés que, de no ser preocupantes serían hilarantes, la edición 2010 del Festival de Música de Morelia se inició la noche del jueves a cuerda batiente con un concierto inolvidable. En su primera presentación en México, la notable violinista alemana Anne-Sophie Mutter salió a escena en el Teatro Morelos acompañada por el violista ucraniano Yuri Bashmet y el violoncellista estadunidense Lynn Harrell, alineación infalible si las hay, para interpretar tríos de Beethoven; el resultado fue de un nivel técnico, expresivo y estilístico impecable, que muy pocas veces se escucha en nuestro país. En el Trío Op. 9 No. 3, el ensamble transitó con eficacia entre los giros galantes propios del siglo XVIII (bien presentes en algunas músicas tempranas de Beethoven) y los gestos fogosos y pasionales del XIX, más típicos de sus creaciones de madurez. En esta obra, y en partes de las otras dos del programa, fue posible percibir la preponderancia del violín (¡y qué violín!) sobre sus colegas, muy a la usanza de la época, perceptible incluso en varios de los cuartetos de Haydn, Mozart y el propio Beethoven. En particular, el Adagio de esta obra resultó una lección ejemplar de expresividad, mientras que en el Scherzo fueron superados de manera impecable los retos rítmicos, y en el Finale afloraron exquisitos detalles de delicadeza y sutiles guiños sonoros.
Después, Mutter, Bashmet y Harrell abordaron la Serenata Op. 8, interesante obra caracterizada por un extraño diseño estructural, que fue articulado expertamente por los tres intérpretes. Adecuándose con gran ductilidad a este diseño formal atípico, los cuerdistas atacaron la partitura asumiendo gozosamente el espíritu lúdico de la obra, dejando sabiamente a un lado la tentación de la tormenta y el fuego beethovenianos, que por ningún lado están presentes aquí. La visión de conjunto de esta Serenata cuasi-cíclica que comienza y termina con una marcha, fue como una cátedra doctoral de música dictada por tres maestros que combinan un alto grado de sabiduría con una importante dosis de intuición.
Para la conclusión de este soberbio programa, Anne-Sophie Mutter y sus expertos colaboradores interpretaron el Trío Op. 3, obra de asombroso aplomo y madurez para ser tan temprana en el catálogo de Beethoven. El plurinacional trío de cuerdas hizo destacar con brillo particular los dos deliciosos minuetos de la pieza, en uno de los cuales hay una colaboración cercana, casi en espejo, del violín y la viola; la concordancia, coherencia y afinación entre Mutter y Bashmet, cobijadas por el delicado movimiento como de barcarola proporcionado por Harrell, dieron forma a uno de los momentos más sobresalientes de un concierto sobresaliente. Como complemento, en el trío del segundo minueto se encuentran delicados pasajes de filigrana para el violín, en los que la calidad interpretativa y la sabiduría estilística de Anne Sophie-Mutter se hicieron evidentes en un primerísimo plano.
En lo general, un concierto inaugural inolvidable por el atractivo de la música, por la calidad superior de los tres intérpretes y, en especial, por la oportunidad singular de escuchar en vivo a una de las grandes, enormes figuras del violín en nuestro tiempo. En lo particular, todo el concierto fue, de principio a fin, una sobria lección de riquísima fusión tímbrica, balance dinámico impecable, y una unidad absoluta de enfoque e intención. Muy notable, también, el hecho de que la calidad individual de los intérpretes y la calidad sumada de su ensamble dieron como resultado un nivel técnico (en todos sus parámetros) que permitió escuchar con transparencia impecable todo el rico y variado contrapunto que habita estas obras tempranas de Bee-thoven. A juzgar por lo escuchado en este concierto inaugural del Festival de Música de Morelia, todo lo que se dice de Anne-Sophie Mutter y todo lo que sus grabaciones permiten percibir, es totalmente cierto.