o deja de maravillarnos, al recorrer la ciudad de México, encontrarnos por doquier con huellas de su rico pasado prehispánico. Un ejemplo es Tlaltelolco, la antigua ciudad gemela de Tenochtitlán a la que quedó sujeta tras un enfrentamiento bélico, que se llevó a cabo en 1475. A la llegada de los españoles estaba gobernada por Cuauhtémoc, quien pasaría a ser el gran tlatoani de ambas ciudades, a la muerte de Moctezuma y de su sucesor, Cuitláhuac.
Con un diseño urbano semejante al de Tenochtitlán, las excavaciones han sacado a la luz vestigios de su templo mayor y diversas construcciones, que nos hablan de la grandeza que tuvo. Aquí se encontraba el mercado más importante de la región que tanto impresionó a los españoles.
Este fue el sitio escogido por los franciscanos para edificar el Colegio Imperial de la Cruz, en donde se educó a talentosos jóvenes indígenas que aprendieron a la perfección latín y español. Muchos de ellos colaboraron con el insigne fray Bernardino de Sahagún en la elaboración de la Historia de las cosas de la Nueva España y del Códice Badiano. Durante el siglo XIX y parte del XX funcionó como prisión.
En los años 60 de la pasada centuria se emprendió un ambicioso proyecto para revitalizar la zona, lo que incluyó excavar los restos de la antigua ciudad indígena, se restauró el soberbio templo-fortaleza de Santiago, se levantó un magno conjunto habitacional y se construyó la sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores. El impactante conjunto se bautizó como la Plaza de las Tres Culturas.
Desafortunadamente se realizaron multiples alteraciones que modificaron muchas de las antiguas construcciones, tanto mexicas como virreinales. Una de ellas fue el Tecpan, que era la casa de gobierno del señorío de indígenas, y donde gobernó Cuauhtémoc. Este sitio de gran importancia histórica y belleza arquitectónica, se conservó hasta el primer tercio del siglo XIX. A partir de esa época fue un colegio correccional para jóvenes, en 1909 se convirtió en escuela industrial y en 1943 se estableció ahí la la secundaria número16.
Hasta 1962 se había conservado en gran medida la construcción original, que en ese año fue desmantelada para convertir el Tecpan en recinto de homenaje a Cuauhtémoc. El arquitecto Carlos Flores Marini, restaurador y defensor del patrimonio, platica en un interesante texto que publica en su libro Hitos urbanos de la ciudad de México, que dentro de las obras que se hicieron como parte del proyecto del Conjunto Urbano Nonoalco-Tlaltelolco, se le despojó de su fachada para trasladarla al Colegio de la Cruz, que nunca tuvo ni pretendió tener una de ese lujo.
Se dejó una parte mutilada del Tecpan cerca del jardín, que no se entiende, en donde en un extraño cuarto se muestra la pintura Cuauhtémoc contra el mito, de David Alfaro Siqueiros, que se trasladó de una casa de la colonia Roma. Conserva algunos bellos arcos y columnas. En una visita reciente con el culto Enrique Herrera Subirat, quien estudió en la secundaria 16 cuando ocupaba el Tecpan, nos platicó sus recuerdos y tratamos de reconstruir con la imaginación el hermoso recinto, que fue tan absurdamente fragmentado, entre otras, para dar paso a la prolongación de la avenida Paseo de la Reforma. En su lugar se levantaron tres torres departamentales, destruyendo el antiguo edificio, las habitaciones y sus cuatro patios. De todos modos hay que visitarlo y ver toda la zona que es una maravilla.
En las cercanías se encuentra la cantina La Gran Tenochtitlán, que desde hace medio siglo ofrece buena botana para acompañar la bebida. De la carta es rico y abundante el molcajete Tenochtitlán. Más ligero: la carne tártara con camarones. Los fines de semana hay buffet con precio para niños. A partir del jueves hasta el domingo hay sabrosa música en vivo desde el mediodía, así es que puede echar una bailadita. Está situada en calzada Vallejo 122. Lleve con confianza a toda la familia.