En una reflexión acerca del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el ejercicio fiscal de 2011, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), mediante su oficina de prensa dijo que celebra que nuestros legisladores se pusieran de acuerdo para sacar adelante dicho proyecto el cual –indicó– como suele suceder, no dejó contentos a todos.

Con el título ¡Gastamos!... pero ¿cómo nos desarrollamos?, alude que son muchas las voces que se han alzado para remarcar que este Presupuesto de Egresos no impulsará el desarrollo de México, ni generará cambios significativos en el país y resalta que lo que es más alarmante: no reactivará el mercado interno con el consiguiente estancamiento de la economía o un crecimiento tan pobre que los empleos que se generen no absorberán la demanda laboral.

Indica que, percibido desde ese punto de vista, el panorama nos puede parecer demoledor, porque además es evidente que este presupuesto sigue una cierta inercia a lo que se hizo el año anterior y hace mención a que muchas estructuras seguirán gastando demasiado.

Refiere que si bien muchas de las instancias a las que se les otorgaron muchos recursos son importantes para el funcionamiento del Estado, también lo es que dejan bastante que desear en los resultados. Hemos escuchado en múltiples ocasiones que nuestras instituciones son muy caras y no en pocas ocasiones hay dispendio en el uso de los recursos.

Alude en el escrito que todo esto nos lleva a hacer una profunda reflexión y a reconocer que el país requiere para avanzar hacer grandes reformas que beneficien a los mexicanos, pues las emprendidas hasta la fecha para situar la economía del país en el conjunto de la economía global, en poco tiempo se han vuelto insuficientes.

Ante esto remarca que es el momento de pensar en un nuevo marco jurídico para nuestro país porque los parches ya no sirven y dejan muchos huecos que hoy están siendo ocupados por la delincuencia organizada y otros poderes fácticos que impiden la inversión y el buen desarrollo de México.

La CEM destaca que México es uno de los países con mayor desigualdad en la distribución de la riqueza en el mundo y advierte que esta situación se ha profundizado por el progresivo deterioro de la capacidad adquisitiva de los trabajadores; por el incremento del desempleo; la falta de condiciones favorables para la micro, pequeña y mediana empresa; la caída en la calidad de vida, la corrupción endémica, la paulatina disolución de las clases medias y la concentración de riqueza.

Destaca que existe la capacidad y la creatividad para salir adelante, pero indica que esto se materializará cuando trabajemos en un modelo de desarrollo integral donde se tome a la persona como sujeto responsable de su propio proyecto.

Cuando dejemos a un lado nuestras diferencias y juntos impulsemos iniciativas para que habitemos una patria común en la cuál nadie tenga que emigrar en busca del alimento; donde se respeten los derechos de las personas y todos tengan las mismas oportunidades; donde se viva una auténtica democracia y se hagan patentes los valores del Evangelio.