Washington. El vocero de la Casa Blanca, Robert Gibbs, dijo ayer que China tiene la obligación de presionar a Corea del Norte para que ponga fin a su comportamiento beligerante. Seguimos comprometidos a reforzar la seguridad de nuestros aliados en la República de Corea, señaló Gibbs, refiriéndose al nombre oficial de Corea del Sur. Pyongyang reveló ayer que dispone de miles de centrifugadoras para enriquecer uranio, una semana después de atacar la isla sudcoreana de Yeongpyeong.

El Cairo. El Partido Nacional Demócrata, del presidente Hosni Mubarak, ganó 170 escaños de los 508 en juego en la primera vuelta de las legislativas, mientras que los Hermanos Musulmanes no obtuvieron ninguno, indicó el diario gubernamental Al Ahram.

Llegué a la más reciente historia de escándalo de la diplomacia estadunidense con el más profundo cinismo. Y este martes, entre el polvo que dejaron en El Cairo las elecciones al Parlamento egipcio –la acostumbrada mezcla de farsa y fraude, pero al menos mejor que la estrategia de conmoción y pavor–, rebusqué entre varios miles de reportes diplomáticos estadunidenses con algo parecido a la desesperanza absoluta. Después de todo, ¿acaso no se atribuye al presidente egipcio, Hosni Mubarak, haber afirmado que uno se puede olvidar de la democracia?

Entre los archivos revelados el martes por Wikileaks figuran declaraciones del ministro kuwaití del Interior, Shaij Jaber, y del embajador estadunidense, a quien la fuente no identificó, en las que afirman que es improbable que en Afganistán se construya un centro de rehabilitación para presos de Guantánamo y, por tanto, es mejor opción que se les deje libres en las zonas de guerra que abundan en la mayor parte del territorio afgano para que mueran en combate.