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Desastres naturales

Sombrío panorama para cafetaleros

En Colombia, millón y medio de damnificados
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Rescate en una granja inundada en la localidad de Palmira, en el sureste colombianoFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Jueves 2 de diciembre de 2010, p. 39

Bogotá, 1º de diciembre. Las torrenciales lluvias que azotan Colombia en las últimas semanas, consideradas las más fuertes de los últimos 40 años, han dejado un saldo de un millón 503 mil 730 damnificados, 167 muertos, 223 heridos y 19 desparecidos, como consecuencias de las inundaciones, deslizamiento de tierra y la crecida de varios ríos.

Informes de las autoridades señalan que el número de personas afectadas podría aumentar debido a que las precipitaciones continuarán seis meses más, de acuerdo con el Instituto de Meteorología de Colombia. Además, cerca de 2 mil viviendas han sido destruidas y 233 mil dañadas en 623 municipios de 28 de los 32 departamentos del país.

Los damnificados están pasando hambre, frío y no tienen a dónde ir, mientras que las lluvias han comenzado a afectar los cultivos, indicaron reportes de prensa. Distintos sectores alertaron sobre el golpe que propinará el actual fenómeno climático en rubros productivos, hoteleros y comerciales.

El gerente de la Federación de Cafeteros de Colombia, Luis Genaro Muñoz, dijo que si la temporada de lluvias en su país se extiende hasta mediados de 2011 podría afectar la cosecha cafetalera de ese año.

Muñoz señaló que como consecuencia del invierno que afecta a Colombia los cafeteros han perdido más de un millón de sacos de café (cada saco es de 60 kilogramos).

El sombrío panorama se presenta en momentos en que Colombia, tercer exportador mundial de café después de Brasil y Vietnam, busca recuperar su producción en 2010, tras caer el año anterior cuando alcanzó 7.8 millones de sacos, la más baja desde 1976, como consecuencia de las lluvias.

La situación llevó al gobierno a decretar desde el jueves el estado de catástrofe nacional y pedir ayuda de sectores privados y a la comunidad internacional para afrontar las consecuencias de la segunda temporada de lluvias, que se ha visto intensificada por el fenómeno de La Niña, que consiste en la llegada de corrientes frías a la costa del océano Pacífico.