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En la pista infantil, en el Zócalo, los monitores les dan andaderas a los menores

Auxilian a niños para que patinen en hielo
Foto
Entusiastas, los niños se aferran a las andaderas para aventurarse por primera vez en la pista de hielo que está en el ZócaloFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Sábado 11 de diciembre de 2010, p. 36

Ansiosos piden a sus padres que les pongan, primero los calcetines desechables y luego los patines, para formarse.

Con pasos vacilantes medio centenar de pequeños, de tres a ocho años de edad, se van acercando a la pista de hielo, de 15 por 20 metros, para tomar su primera clase de patinaje en el Zócalo.

Al contacto con el hielo las cuchillas de los patines se deslizan haciéndolos perder el equilibrio, de inmediato, quizá por instinto, se pescan del barandal o del monitor que está cerca, para no caer.

Nadie llora ni siquiera voltean a ver su mamá o papá, que detrás del barandal les toman fotos o video con el celular.

Para facilitar el aprendizaje los monitores les entregan una andadera, a la que de inmediato se aferran.

La tienes que levantar tantito, dar un pasito y la vuelves a poner en el hielo, dobla tus rodillas y camina, les explica con paciencia el monitor.

Los más grandes o quienes han ido más de una vez, le dan vueltas a la pista agarrados del barandal del cual se desprenden por segundos tratando de mantenerse de pie, se deslizan. Rápidamente se levantan cuando caen al suelo y siguen patinando.

Mía, niña de 8 ocho años, faltó a clases para ir a la pista. Ayer vinimos, pero no pudo entrar porque había mucha gente y era tarde, y vivimos por Cárcel de Mujeres, justifica su mamá.

Yaritzi, de 6 años de edad, es de Huamantla, Veracruz, pero está de vacaciones en el Distrito Federal, le dije a mi papá que me trajera a la pista, nunca había ido a una.

Mediante el sonido empieza a escucharse una melodía infantil, y al centro una educadora advierte a los patinadores que cuando deje de sonar nadie se puede mover o va a tener que bailar. ¡Que baile! ¡Que baile!, gritan en coro al ver que uno de los monitores se mueve.

Chema, de la delegación Azcapotzalco, y Carla Yoselyn, de Neza, ambos de tres años, llaman la atención, son los más pequeños, pero también los más aventados. Atienden las indicaciones de los monitores, no les preocupa caerse.