Sábado 11 de diciembre de 2010, p. a16
Como no existen las casualidades, al mismo tiempo que el mundo conmemoró el trigésimo aniversario de la impronta aquella donde una pinche cucaracha disparó contra el humanista John Lennon, apareció un álbum contrastante: Band on the run, grabado en diciembre de 1973 y ahora en una edición remasterizada que engalana la serie Paul McCartney Archive Collection.
Si ya la efeméride (como el guión del tirador solitario
fue encomendado a un enfermo, entonces es enferméride
) de la muerte de John Lennin mueve a reflexión, el revival del más exitoso de los álbumes de su contraparte Paul acelera el ritmo del debate.
Paul Gambaccini hace anotaciones pertinentes en el cuadernillo de la versión en tres discos (es la intermedia, pues la de lujo ya es exageración: tres cidís, un dividí, un librote de 64 páginas, eso sí con obras excelentes de la gran fotógrafa Linda Eastman) y entre sus aportes destaca que en 1972, año álgido por las actividades políticas que, de acuerdo con el testimonio de Yoko Ono publicado por La Jornada en su edición del jueves 9, Lennon emprendió un activismo político muy comprometido, que causó su muerte.
En contraste –suelta jiribilla Gambaccini en gambeta tipo Messi y gambito inspirado en la caspa de Kasparov– Paul McCartney publicó ese mismo año el más variopinto trío de composiciones en toda la historia del rock
: Another day, Uncle Albert y Give Ireland back to the Irish, esta última en clara respuesta a la masacre del Domingo Sangriento.
Mientras todas las estaciones de radio se atragantaban con las dos primeras baladas, igualmente a todas se les arrugaban las entendederas con la que el gran Mac tituló Devuelvan Irlanda a los irlandeses
. De plano, el locutor de la BBC de Londres tuvo que decir al aire la frasecita que encontraron para paliar la censura: una canción del grupo Wings
. Asu.
John Lennin había publicado, antes que Paul, Sunday Bloody Sunday, realizado mítines y aportado jugosas cantidades en metálico en apoyo a una organización espejo del Ejército Republicano Irlandés.
El gesto de McCartney, al escribir Devuelvan Irlanda a los irlandeses
, además de desmentir a quienes lo tachaban de tibio
(ni que fuera huevo), tiraba por tierra también la falta de amor a su antiguo camarada Lennon, quien se declaraba orgulloso de que los latidos de su corazón empujaran sangre irlandesa en sus venas.
Y es que eran justo los primeros años posBeatles, el periodo de la ira en el proceso del duelo por separación.
Hermann Bellinghausen aportó elementos muy importantes en una mesa-homenaje que se realizó el 8 de diciembre, el pasado miércoles, en la Torre II de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre otros, hizo notar que Lennon ya no podía más con el estrés del escenario y de hecho antes de separarse Los Bíceps ya no daban conciertos en público. Y una vez firmado el divorcio, John recuperó los escenarios, los reflectores lo siguieron con denuedo, mientras Paul cayó en la etapa de la depresión posdivorcio y se encerró a grabar baladas que los ultras reprobaban, como María tenía un corderito
. Y es que era la etapa en que Paul aprendía a ser padre y eligió la paternidad al igual que lo había hecho John cuando lo mataron. Las canciones para niños
de ambos fueron producidas en esas etapas respectivas.
En fin, que la reflexión acerca de los músicos más influyentes en la historia de la música popular moderna se aviva con los años. Al cumplirse tres décadas de la muerte de Lennon, Yoko Ono confirma y fortalece aún más la hipótesis del crimen de Estado. A tres décadas de desaparecidos Los Bitles, el gran Mac se reafirma como un melodista extraordinario.
Lo mejor de todo es que tal debate ocurre mientras escuchamos su música, tan exquisita como la obra de John Lennin y también la que puebla el hermoso álbum Band on the run, ahora con sonido remasterizado en Sistema Superchido.
Disfrutemos.