El austriaco Michael Haneke dice que no hace películas convencionales, sino las que quisiera observar como espectador. Esas que apelan a la inteligencia del público, que no lo subestiman, que dicen algo, consideró en entrevista telefónica con La Jornada el ganador de la Palma de Oro de la pasada edición del festival de cine de Cannes, Francia, con su filme El listón blanco, que también obtuvo el Globo de Oro y la postulación al Óscar como mejor cinta extranjera en 2009. Ahora se exhibe en salas del Distrito Federal.

En El Listón blanco, una voz en off seduce al cinéfilo en la narración de los 24 cuadros por segundo en blanco y negro, que plantean un perturbador análisis sobre la represiva ambigüedad moral alemana de principios del siglo XX, que gestó el nazismo. La trama se desarrolla en una aldea cuya radicalidad religiosa muestra cierto absolutismo. “La cinta no es sólo sobre el fascismo, por mucho que haya sido ambientada en Alemania. La gente puede decir que habla sobre los nazis, pero es un problema que afecta a todos dijo en Cannes el sexagenario realizador, hijo del actor y director alemán Fritz Haneke y de la actriz austriaca Beatriz von Degenschild.

El listón blanco es una parábola sobre los efectos del poder; alude a los estragos del autoritarismo y a la intolerancia religiosa en el mundo actual. La aldea rural se vuelve un laboratorio del mal, en el que los niños son los encargados de una futura limpieza de la nación, los celosos guardianes de la raza superior, como planteó el crítico Carlos Bonfil.

En la historia, los ideales se pervierten, pero esa descomposición, aseguró el director, se da en cualquier cultura y tiempo. Este fue sólo un ejemplo de esos pensamientos religiosos y sociales tan radicales, que quizá detonaron un movimiento, pero eso puede ocurrir siempre que exista absolutismo; además de la doble moral de la sociedad, que no sólo se dio en ese tiempo y espacio, sino que ocurre en todos los países. Este es un ejemplo y pretexto para hablar sobre ese tema.

Desde sus primeros trabajos, Haneke se ha mostrado como un crítico ácido de la sociedad actual. Es un insaciable buscador de preguntas. El séptimo continente mostró su estilo gélido, violento, pero de extraordinaria profundidad sicológica. Aunque sobresalió en 2001 con su aclamada La pianista (reconocida en Cannes, protagonizada por los franceses Isabelle Huppert y Benoit Magimel), Juegos divertidos, sicodrama violento en el que dos sociópatas hacen pasar un muy mal rato a una familia burguesa de Viena, que llamó la atención de público y crítica.

Reflexión perturbadora

Con El observador oculto (Caché), Haneke presenta una reflexión perturbadora sobre el miedo, la paranoia y la culpa en la sociedad occidental, como señaló Leonardo García Tsao.

Los cuestionamientos son los que mueven a Haneke, afirmó. Buscarlos me apasiona, encontrar cada vez más preguntas. El arte no puede dar respuestas, sólo preguntas. Las respuestas son como para los políticos, para aquellos que quieren tratarnos como tontos. Por ello es importante la pregunta, porque si supiéramos todo, la humanidad sería diferente, por eso en el arte lo importante son los cuestionamientos.

Pareciera que el realizador hace una apología de la violencia, un ritual, pero lo “intreresante es lo que hay detrás de ello. En El listón blanco, el castigo aparece sólo como un acto aislado, como culto a la tortura”.

Al cineasta se le preguntó qué tan importante es tener conocimientos de sicología para crear personajes complejos. Él respondió: Los personajes e historias provienen de una suma de lo que ves en tu vida. Son ilustraciones, un reflejo de mi entorno, lo que he aprendido, no algo en específico, sino algo que te marca o lo que aprendes cuando lees.

En 2007 Hollywood hizo un remake de Juegos divertidos, pero el director considera que no por ello se le han agotado los temas a la llamada Meca cinematográfica. El cine no se puede reducir sólo al tema, el cual puedes tratar con alrededor de 50 perspectivas.

Haneke adelantó que termina en Francia su reciente proyecto, Amour, también con Isabelle Huppert como protagonista, en una historia que gira en torno a tres adultos.

El listón blanco se proyecta en Cinépolis Universidad, Cinemex Altavista y en la Cineteca Nacional.