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Ese ámbito monumental no ha recibido remozamiento, aclara la investigadora

Deplora Kassner el descuido en que se tiene al Espacio Escultórico de la UNAM

Los módulos estan grafiteados, afirma la coordinadora del primer libro sobre ese entorno

 
Periódico La Jornada
Jueves 13 de enero de 2011, p. 6

La investigadora universitaria Lily Kassner no tuvo a su cargo el remozamiento del Espacio Escultórico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), creado en 1979, como se publicó en estas páginas (La Jornada, 6/1/11).

En contraste, la coordinadora de El Espacio Escultórico, primer libro sobre esa creación colectiva de Helen Escobedo, Manuel Felguérez, Mathias Goeritz, Hersúa, Sebastián y Federico Silva, llama la atención sobre lo descuidado que está, pues no ha tenido remozamiento.

El Espacio Escultórico, como todos los inmuebles, pinturas y esculturas de la UNAM, depende de la Dirección General de Patrimonio Universitario.

Como universitaria, Kassner –especialista en escultura– manifiesta una gran pena por que se tenga en tal descuido una obra de esta envergadura, en que seis escultores, todos universitarios, hicieron un esfuerzo en una magna obra, colectiva y anónima. Está crecida la maleza dentro del Espacio Escultórico, donde está el mar de lava; están grafiteados los módulos y la entrada, que tenía un sentido y estaba muy cuidada, porque allí se hicieron estudios ecológicos relevantes; está todo abandonado.

Desdén por el land art

Lily Kassner señala en entrevista que el Espacio Escultórico es una pieza de arte tan importante como todos los que están en Ciudad Universitaria. Es como si fueran y grafitearan, hazte cuenta, los relieves de Diego Rivera en el Estadio Olímpico. Además, es una obra que llamó la atención mundialmente. Nadie creía que seis escultores, todos con una carrera y un reconocimiento, votaran por el anonimato y por hacer una obra colectiva como lo hacían los antiguos prehispánicos.

El Espacio Escultórico se creó en 1979 durante el rectorado de Guillermo Soberón. Kassner recuerda que en ese entonces se le echaba agua salada a la lava para que no crecieran las hierbas. Llama una maravilla ese mar de lava. Eso es lo que tendrían que tener muy limpio, así como los 64 módulos que tienen que ver mucho con los cuadros de la tabla de ajedrez. El número también se relaciona con “los exagramas del antiguo libro chino de sabiduría mántrica I Ching”. Luego está la influencia de lo prehispánico.

Kassner también acota que no sólo participaron los artistas arriba mencionados, sino que hubo todo un equipo interdisciplinario de ingenieros, biólogos, arquitectos, geólogos y ecólogos, muchos egresados de la UNAM. No es nada más una obra así hecha, sino producto de una investigación seria. De allí que no entendemos por qué nuestra máxima casa de estudios, que todo su patrimonio lo ha guardado con tanto esmero, está destrozando esto.

La investigadora también pide que “los universitarios sepan la magnitud de esta obra y la relevancia de sus creadores, que no se escogieron así nada más. Todos trabajaban de una u otra manera en la UNAM. Toda esta tendencia del land art en los años 70 del siglo pasado se hace en México y aquí no le han dado importancia”.