Respuesta cardenalicia
ien hizo el cardenal Norberto Rivera Carrera, amigo entrañable y defensor del Amadísimo Padre y Fundador
Marcial Maciel Degollado, en aclarar urbi et orbi en el semanario Desde la Fe, su órgano de expresión, lo que el Vaticano busca cuando reconoce la santidad de un hombre o una mujer: mostrar la admiración ante quien ha sido fiel discípulo de Cristo y reconocerlo como un ejemplo para la propia vida
. Lo anterior, en respuesta a los hipócritas
, a los perfectos que no reconocen sus pecados ni necesitan la misericordia de Dios
y por eso critican la decisión de beatificar a Juan Pablo II.
¿Qué pueden los hipócritas
reclamarle al futuro santo, cuya vida es ejemplar? ¿La represión y marginación que ejerció contra los teólogos más prestigiosos con que cuenta la Iglesia? ¿Su reconfirmación del celibato, ignorando la frecuencia del concubinato entre el clero, o encubriendo la plaga de abusos de curas contra menores? ¿Su consentimiento para proteger a los sacerdotes pederastas lo mismo en Irlanda que en Estados Unidos, Bélgica o México? ¿Su negativa a abrir un debate sobre la condición de la mujer en la Iglesia católica? ¿El turbio manejo de las instituciones financieras del Vaticano, acusadas, entre otras cosas, de lavar dinero? ¿El criminal aislamiento que la diplomacia y el hoy beato impusieron a monseñor Óscar Arnulfo Romero, el arzobispo de San Salvador, asesinado por orden del gobierno ultraderechista que en los años 80 impuso el terror en su país? ¿El apoyo a dictaduras sanguinarias y nada cristianas que, por denunciar y oponerse a sus tropelías, asesinaron o persiguieron a laicos, sacerdotes, religiosas y obispos? Chile, El Salvador y Argentina son ejemplos que ilustran lo anterior. ¿Su oposición a revisar la ética sexual a la luz de la ciencia y la historia?
Recientemente el más importante y más leído teólogo cristiano del último siglo, el suizo Hans Küng, recibió un nuevo doctorado honoris causa en España. Otro más en su fructífera vida que ya suma 83 años. Cuando apenas tenía 32, fue nombrado por Juan XXIII teólogo oficial del Concilio Vaticano II, reconociéndole así sus invaluables conocimientos en la materia. Pero su pensamiento de avanzada chocó con los sucesores del pontífice reformista, los que regresaron a la Iglesia a la Edad Media. El desacuerdo total fue con Juan Pablo II, que le prohibió enseñar teología católica, orden que hizo cumplir el cardenal Ratzinger, entonces responsable de la Santa Inquisición y quien, ahora pontífice, acelera el proceso para llevar a los altares a su antecesor y amigo.
Entre los hipócritas
(según criterio del cardenal Rivera) que cuestionan las virtudes del nuevo beato, figura Küng, diseñador de una Iglesia atenta a las necesidades del mundo.