Berlín, capital del cine en febrero
erlín es muchas cosas. Cosmopolita y acelerada ciudad, 3.4 millones de habitantes, un alcalde que reconoció su homosexualidad, el peso de la historia reciente de la Segunda Guerra Mundial, una cicatriz visible en una línea de 10 centímetros en el pavimento que recuerda el muro que dividió por 28 años a la ciudad, y muchos, muchos etcéteras.
Todo esto pasa a segundo plano en febrero.
La desbordante oferta cultural berlinesa tiene su cita más importante durante dos semanas de este mes y desde hace 61 años. La Berlinale, el festival de cine de Berlín, inunda la ciudad de publicidad en cualquier rincón. Es el tercer encuentro cinematográfico europeo más importante junto con Cannes y Venecia. Casi 20 mil profesionales de la industria se dan cita aquí y de ellos algo así como 4 mil periodistas acreditados en una voraz lucha. La proyección de más de 400 películas de 128 países asegura llegar a todos los gustos. Cada año se venden algo así como 500 mil entradas y las filas para comprar boletos se convierten en un reto para el cinéfilo más paciente.
El Oso de Oro es la presea máxima en una competencia en donde participan cada año alrededor de 16 películas. Pero también hay un osito de peluche (El Teddy Award) para premiar a la mejor película con temática gay. Una academia para jóvenes cineastas, el Talent Campus, secciones para cineastas arriesgados, para cineastas que quieren llegar a los niños y jóvenes y hasta para aquellos que siguen considerando darle gusto al paladar como el mayor de los placeres de la vida, la Berlinale culinaria.
Alia Lira Hartmann, corresponsal