Los cárteles del narcotráfico que operan en México utilizan a las pandillas para fortalecer el negocio del narcomenudeo, principalmente en regiones del sureste del país, donde imperan la pobreza y la desigualdad social, sostuvieron en un panel realizado este miércoles en la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heróles en Coyoacán, un ex pandillero estadunidense, un ex detective de Los Ángeles y un activista de la Red por los Derechos de la Infancia en México.

Los tres expertos coincidieron también en que la participación de los jóvenes en las agrupaciones callejeras obedece a que se sienten excluidos de los núcleos familiar y social.

“El crimen organizado encuentra en el segmento de la población de jóvenes excluidos y discriminados un bastión importante para acrecentar las redes de la delincuencia organizada, aseguró el sicólogo Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México.

Al participar en el foro Intercambio de experiencias México-Estados Unidos en el tema de las pandillas, el activista destacó que los narcotraficantes explotan a los líderes de las pandillas mexicanas con la finalidad de inducirlos y obligarlos a dedicarse a labores del narcomenudeo, principalmente en estados del sur del país, como Chiapas.

Dijo que la estrategia anticrimen puesta en marcha por el gobierno de Felipe Calderón, que implica que militares realicen labores policiacas, es incorrecta, porque no combate el origen del problema. Un país que no cuida, que no nutre, que no educa, que no cultiva, y que no da oportunidades de desarrollo y empleo a sus jóvenes, está destinado al fracaso. 47.7 por ciento de la población mexicana está en pobreza; 3 millones de niños trabajan en las calles y sólo 6 por ciento del producto interno bruto en México se utiliza para atender las necesidades de la infancia. Son datos que nos obligan a todos, pero principalmente a las autoridades, a replantear la estrategia federal contra el crimen, añadió Pérez García.

De su lado, Federico Sicard, ex policía de Los Ángeles experto en combate a pandillas, contó la evolución, desde su experiencia de 30 años al servicio de corporaciones policiacas, del fenómeno de las pandillas que afectó a Los Ángeles, California, desde los años 80. Expuso que la primera pandilla conocida en esa ciudad fue la agrupación denominada Calle 18 (18 Street), que rivalizó en los años 90 con la conocida como Mara Salvatrucha, integrada por jóvenes emigrantes de El Salvador.

El experto aseguró que el fenómeno de la vinculación entre delincuencia organizada y pandillas comenzó a partir de la influencia que tuvieron organizaciones criminales en los líderes de esas organizaciones callejeras, a los que ofrecían inicialmente dinero y después armas para que pudieran delinquir. Recomendó a las autoridades mexicanas atender a los jóvenes y sus necesidades básicas, la educación, el acceso a la cultura, el deporte y el trabajo, a fin de evitar que se sientan socialmente excluidos.

Finalmente, Máximo Cerda, ex integrante de la pandilla Calle 18, contó su experiencia en ese grupo y aseguró que durante 16 años tuvo que permanecer en una prisión estadunidense por participar en actividades delictivas. Si los padres, si los maestros, si la familia, no hablamos, sin prejuicios y sin regaños, con los jóvenes desorientados, alguien más hablará con ellos y se corre el riesgo de que sea la propia delincuencia la que les dé un espacio que sus familias y la sociedad les niegan.