Martes 21 de junio de 2011, p. 4
Entre los cerca de 5 mil militares mexicanos entrenados por el ejército de Estados Unidos de 1996 a agosto de 2009, un proceso de revisión y cruce de datos exhaustivo
detectó que sólo uno de esos becarios, el ex teniente de infantería de tropas especiales Rogelio López Villafaña, desertó para incorporarse a la organización delictiva de Los Zetas. Su nombre apareció en investigaciones judiciales relacionadas con un intento de asesinato, en enero de 2008, del entonces titular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), José Luis Santiago Vasconcelos. López Villafaña fue arrestado en ese tiempo.
(En noviembre de ese año Santiago Vasconcelos murió en el accidente aéreo en que también falleció el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño.)
Según el cable diplomático 09MEXICO2473, clasificado secreto y sólo para uso interno, filtrado por Wikileaks a La Jornada, este ex militar se retiró del Ejército luego de cumplir 20 años y ocho meses de servicios; perteneció a una unidad de tropas especiales y recibió entrenamiento para operativos antinarcóticos en la base del Pentágono en Fort Bragg. “Es posible –reconoce este despacho, redactado y firmado por el entonces encargado de negocios de la embajada en México, John Feeley– que este desertor hubiera participado en algún otro programa de entrenamiento en Estados Unidos previo a su ingreso en la base de datos de la Oficina de Coordinación con el Departamento de Defensa de la embajada o de Fort Bragg”.
En el comentario final de este cable, fechado el 21 de agosto de 2009, Feeley expresa: “Los críticos de los programas de entrenamiento de Estados Unidos y los teóricos de la conspiración han especulado desde hace tiempo sobre la posibilidad de que algunos miembros de la organización de Los Zetas, conocida por su virulencia, hayan sido beneficiados por los programas de capacitación financiados por el gobierno de Estados Unidos. Como no podemos conocer con certeza los nombres de cada uno de los soldados mexicanos que se han unido a Los Zetas, no podemos rechazar tajantemente esta posibilidad. Sin embargo, la embajada ha revisado todas las bases de datos a su disposición y no hemos encontrado ningún resultado adverso. Registros adicionales, basados en datos aportados por nuestras redes de informantes, nos arrojaron un solo caso”.
El funcionario reitera que desde 1998 el gobierno de Estados Unidos somete a todos los candidatos a participar en programas de capacitación financiados por su gobierno a estrictos controles de confianza para descartar que tengan antecedentes de violaciones de derechos humanos. Pero es imposible garantizar que cada uno de los soldados mexicanos que reciben nuestro entrenamiento en el futuro no desertará de la institución armada para incorporarse al crimen organizado
.
La Oficina de Coordinación con Defensa, que opera en la estructura de la misión diplomática en México, mantiene desde 1996 una base de datos electrónica con todo el personal militar mexicano que recibe capacitación de Estados Unidos. Desde entonces y hacia finales del año fiscal de 2009, un total de 4 mil 952 han participado en dichos programas.
Entre ellos se cuentan 422 militares del Grupo Aereomóvil de Fuerzas Especiales que se entrenaron entre 1996 y 1998, cuando fue suspendido el programa. Se dice que la mayor parte de los desertores que integraron lo que inicialmente fue el brazo armado del cártel del Golfo, Los Zetas, procedían de este cuerpo.
Entre las bases de datos revisadas por la embajada en búsqueda de otros zetas está la lista de la oficina de la DEA en México, que lleva registro de todos los narcos arrestados, muertos o identificados por otras vías. Esta lista no se forma únicamente con datos proporcionados por el gobierno mexicano o la prensa, sino también se nutre de información de las redes de informantes de la embajada.
El cable también reconoce que antes de 1996 sólo se guardaban listas impresas de los militares y una revisión de estos registros indica que están incompletos.
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