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Narcoviolencia
En riesgo, la primera generación de jóvenes latinoamericanos del siglo XXI

Aun duplicando los estudios de sus padres no pueden aspirar más que a un empleo precario

Académico de la UNAM señala que ser nini no convierte a una persona en delincuente

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Un instante durante la marcha efectuada por el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior hacia la SEP, el 10 de junio pasado, para exigir un lugar en la UNAM, el IPN o la UAMFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Domingo 3 de julio de 2011, p. 4

En México, como en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, estamos a punto de perder a la primera generación del siglo XXI, pues las condiciones de educación, empleo y vivienda se han deteriorado para millones de jóvenes en la región, quienes ahora deben duplicar la escolaridad que alcanzaron sus padres, para tan sólo intentar igualar, ni siquiera mejorar, las condiciones socieconómicas de la generación que los antecedió, afirmó José Antonio Pérez Islas, coordinador del Seminario de Investigación en Juventud (SIJ) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En materia de empleo, nueve de cada diez jóvenes que logran insertarse en el mercado laboral son asalariados, pero de ellos, ocho de cada nueve lo hacen en precariedad, sin prestaciones ni contrato laboral, lo que eleva su enorme movilidad, pues se emplean como mano de obra poco calificada y brincan, en el mejor de los casos, de un empleo a otro, agregó.

Luego que el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, aseguró que al menos 38 millones de latinoamericanos de 15 a 29 años no estudian ni tienen empleos de calidad, por lo que están en riesgo de ser víctimas o enganchados por el crimen organizado, destacó que enfrentan un cambio de época que los lleva, al menos a un sector, a ser personas desinstitucionalizadas, es decir, se quedaron fuera de las dos instituciones más importantes para insertarlos en la sociedad: la escuela y el empleo.

Sin embargo, pese a las cifras difundidas por Insulza, consideró que la condición de nini –quienes no estudian ni trabajan– no está estrictamente vinculada a la pobreza ni a la delincuencia.

Ser un joven que no estudia ni tiene empleo de calidad no te convierte automáticamente en delincuente. Ése es el peligro de la estigmatización policial sobre un fenómeno de desinstitucionalización de millones de jóvenes.

Pérez Islas, experto en el estudio de jóvenes en México, destacó que quienes son denominados ninis no son personas en estado contemplativo. Estudios recientes revelan que, si bien tres de cada cuatro son mujeres que permanecen en el hogar, los chavos buscan actividades a corto plazo. Son las chambitas en las que hacen de todo por ganar unos pesos, y esto tiene un riesgo, no sólo por su actividad, sino por el contexto en el que se desarrolla.

Escuela, poco significativa

Claudia (20 años) cursa licenciatura en diseño industrial en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Alumna destacada desde la secundaria, ingresó en la educación superior con una meta clara: ganar dinero y tener con qué viajar, y quizá, vivir en otro lugar menos violento.

No cree que sus buenas calificaciones le garanticen un empleo de calidad, pues asegura que su hermano, quien también cursó diseño industrial, lleva tres años buscando chamba y no le cae nada, por eso decidió estudiar una maestría; a ver si con eso le dan trabajo.

Para José Antonio, que estudia ciencias políticas en la UNAM, la situación no es muy diferente. A punto de concluir su carrera considera que es más fácil que me dé chamba mi papá en su mueblería que acceder a un empleo donde desarrolle lo que aprendí, pero esto me gustaba y por eso estudié; no porque crea que puedo vivir del análisis político.

Como ellos, afirmó Pérez Islas, la mayoría de los jóvenes que logran ingresar en la educación considera que la escuela “cada vez es menos significativa. Les dice menos y les interesa muy poco. No podemos soslayar que el fenómeno de los ninis comienza en este espacio. Tendríamos que detectar cuándo dejan de ir a clases, pues la primera gran pérdida ocurre en la secundaria, mientras que en el bachillerato se va por deserción hasta un 50 por ciento de los alumnos”.