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Participan 17 instituciones en 13 programas de investigación

Desarrolla Cuba macroproyecto para enfrentar cambio climático

El aumento del nivel del mar, una de las mayores preocupaciones

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Según datos de la estación oceanográfica de Siboney, en La Habana (en la imagen una de sus playas), en los pasados 40 años el nivel del mar en el litoral capitalino ascendió 2.14 milímetros anualesFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Martes 2 de agosto de 2011, p. 3

La Habana, 1º de agosto. Cuba desarrolla una estrategia basada en programas integrales para enfrentar las dificultades y amenazas provocadas por el cambio climático, en especial el aumento del nivel del mar.

El tema está en la agenda de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento), que sesiona en plenario en el Palacio de Convenciones de La Habana.

Ante los 600 diputados asistentes al séptimo periodo ordinario de la séptima legislatura, especialistas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) explicaron la aplicación de un macroproyecto que integra 13 programas de investigación y servicio tecnológico con la participación de 17 instituciones y 150 expertos.

Aprobado por el Consejo de Ministros, el Proyecto de enfrentamiento al cambio climático estudia la situación costera con vistas a la reducción de peligros, vulnerabilidad y riesgo en caso de desastres.

Red ambiental de vigilancia

Con ese propósito, el Citma conformó una red ambiental de vigilancia sobre el estado y la calidad de los recursos naturales en las costas de la isla.

La red mide, a partir de mareas, el nivel del océano, así como el de la tierra de la zona costera y del interior, pues éstos sufren movimientos verticales de ascenso y descenso, producto de cambios de origen tectónico o geológico, entre otros.

Además de detectar cambios en el nivel medio del mar o la temperatura del agua, los científicos evalúan sus implicaciones para los ecosistemas y en el ámbito físico, geográfico, demográfico y las proyecciones económicas necesarias para atenuarlo.

Esto ha permitido comenzar a estructurar recomendaciones, elaborar planes y mapas y hacer estudios de riesgo en diversas localidades para determinar lo que se hará en las costas del país ante la vulnerabilidad de los territorios bajos de esas regiones.

Investigadores cubanos están conscientes de que el prolongado aumento de las temperaturas y el ascenso del nivel medio del mar a corto, mediano y largo plazos, a consecuencia del reforzamiento del efecto invernadero, podría traer consecuencias graves para la mayor de las Antillas.

La eventual entrada del mar en dominios que hasta entonces eran tierra firme mantiene en vilo a las autoridades, frente al continuo derretimiento de los casquetes polares y los glaciares y el consecuente aumento del nivel medio de los océanos, proceso aún casi imperceptible.

Según datos de la estación oceanográfica de Siboney, en La Habana, en los pasados 40 años el nivel del mar en el litoral capitalino ascendió 2.14 milímetros anuales. De seguir esta tendencia, en un siglo el nivel del mar al borde de la ciudad habría ascendido uno o dos metros. En todo el planeta, al ritmo actual, las aguas podrían aumentar casi en un metro su nivel para 2100.

Consecuencias

El fenómeno ocasionaría que amplias zonas quedaran inundadas para siempre, y desaparecieran innumerables ecosistemas costeros, oceánicos y terrestres; millones de seres humanos quedarían en peligro morir y perderían sus casas y empleos.

Marcelino Hernández, especialista del Instituto de Oceanología de Cuba, alertó en junio pasado que el incremento del nivel del mar podría aumentar la erosión en la zona, salinizar las aguas en la parte baja de los ríos y en los acuíferos de la costa, y afectar las edificaciones muy cercanas al litoral por la acción del oleaje.

Agregó que es muy probable que este ascenso del nivel del mar también afecte la velocidad de las corrientes marinas, entre ellas las que influyen sobre Cuba, lo que traería en consecuencia la disminución de la pesca y la regulación de los ecosistemas marinos.

La disminución de la velocidad de las corrientes y el aumento de su temperatura media en el Caribe causaría más huracanes, cada vez más destructivos, y menos frentes fríos. A esto se agrega la amenaza de que ecosistemas como las dunas costeras o los manglares sufrirían a largo plazo las consecuencias de la erosión del litoral, con efectos negativos sobre el turismo, una de las fuentes de ingreso más importantes para la economía del país.