s casi vergonzoso escribir sobre las elecciones primarias de este domingo en Argentina cuando el mundo se precipita hacia una depresión económica de la cual no se sabe cuándo ni cómo saldrá, y que tendrá graves consecuencias sociales y políticas en todos los países. Pero este 14 de agosto los votantes decidirán cuál de los dos proyectos capitalistas tendrá a su cargo orientar y mantener la economía y la sociedad argentinas durante los cuatro próximos años, coincidentes con esa gran crisis y, simultáneamente, dictaminarán si los partidos y agrupaciones de izquierda y de centroizquierda podrán tener representación electoral y gozar de los derechos constitucionales o serán barridos de la escena política pública.
Las elecciones generales se celebrarán en octubre, pero hoy el electorado determinará quién, tras obtener un mínimo de 400 mil votos o poco menos, si hay una fuerte abstención, podrá participar en las elecciones dentro de dos meses y, sobre todo, si la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner a la relección cuenta con un apoyo suficiente como para vencer en un primer turno y cuál de los candidatos de la oposición está mejor colocado para disputarle la presidencia (mediante, quizás, si logra concretarla en 60 días, un frente con varios de los otros candidatos antikirchneristas).
En los recientes comicios en la provincia de Córdoba, el segundo distrito electoral en importancia después de la provincia de Buenos Aires, el kirchnerismo ni llegó a presentar candidatos propios, salvo para alguna alcaldía. En esa provincia sus votantes se derivaron hacia el peronista Gallego de la Sota, de derecha, ex menemista y promotor del funesto Domingo Cavallo, el del corralito, además de proclerical y corrupto, el cual acaba de dejar a sus votantes en libertad de elegir entre las candidaturas de la presidenta o de cualquiera de los dos peronistas de derecha (o de ultraderecha), Eduardo Duhalde, el ex presidente del gatillo fácil, o Alberto Rodríguez Saa, caudillo de San Luis. De modo que es muy probable que la mayoría de los que votaron por De la Sota lo hagan ahora por Cristina Fernández, al igual que algunos de los que votaron por el segundo, también peronista, en la elección cordobesa, el ex alcalde de Córdoba y ex kirchnerista Luis Juez.
En cuanto al Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), volvió a conseguir en Córdoba una diputada provincial gracias a la enorme abstención, que bajó el quórum. En la provincia de Santa Fe, donde el candidato kirchnerista a gobernador, Agustín Rossi, fue saboteado por la derecha peronista oficialista que se concentró en elegir diputados y alcaldes, es probable que ambos sectores voten por la candidatura de Cristina Fernández e incluso arrastren algunos votos entre los peronistas de derecha no kirchneristas que votaron por el payaso televisivo Del Sel, el hombre de Mauricio Macri en esa provincia. El propio Macri, que aplastó al kirchnerismo en la capital federal (cuarto distrito electoral por el número de sufragios), no excluyó la posibilidad de votar por la presidenta, y muchos de sus ministros locales, peronistas de extrema derecha, declararon que lo harán, como lo hará casi la mitad del electorado popular, conservador y despolitizado, que esta vez votó por Macri. No se sabe, en cambio, si en esos distritos el FIT y el centroderechista Proyecto Sur podrán llegar al fatídico 1.5 por ciento de los sufragios, pues la polarización política entre kirchneristas y opositores peronistas de derecha o antiperonistas les quita posibilidades.
Por último, este domingo se develará la gran incógnita cuando se conozcan los resultados de la provincia de Buenos Aires, que tiene 38 por ciento de los votos del padrón nacional. En los suburbios obreros del conurbano bonaerense la relección de la presidenta está casi asegurada, no sólo por el apoyo popular, sino también por la acción del aparato de los caudillos-alcaldes locales (que después pasarán su factura). En esos suburbios, también, el FIT podría, teóricamente, superar el 1.5, pero no así el casi desconocido Proyecto Sur de Pino Solanas. Pero ¿qué puede pasar en la zona pampeana, soyera y triguera? ¿A cuál de los opositores apoyará?
La suerte de Ricardo Alfonsín, como supuesto opositor más votado, capaz de ser el núcleo, entonces, de un frente antikirchnerista, se juega allí. En lo personal, pienso que fracasará. No tanto por ser hijo del presidente que tuvo que entregar el mando anticipadamente dejando al país en una terrible hiperinflación o por representar a un partido –la Unión Cívica Radical– cuyo último presidente tuvo que escapar en helicóptero en 2001 después de una matanza frente a la casa de gobierno y de decretar el estado de sitio, sino, sobre todo, porque se ha unido con la derecha peronista, cosa que los radicales y otros antiperonistas rancios no le perdonan, y porque la UCR está hecha añicos. Del fracaso de Alfonsín podría aprovecharse el ex presidente Duhalde, peronista de derecha con apoyo de la Iglesia, de los partidarios civiles y militares de la amnistía a los militares genocidas y de los grandes capitales industriales y exportadores de granos. Pero si Duhalde fuese el más votado después de Cristina Fernández, difícilmente podría reunir los votos de centroderecha y llevaría, en cambio, a los de centroizquierda a votar por el kirchnerismo tapándose la nariz para evitar salir de Guatemala cayendo en Guatepeor.
De todos modos, las encuestas muestran una gran diferencia entre la intención de votos de la presidenta y las de los otros candidatos y si, en la noche de este domingo, Cristina Fernández lograse entre 40 y 45 por ciento de los votos, la idea de alcanzarla en octubre y forzarla al balotaje sufriría un duro golpe. La oposición, entonces, podría optar por dejarla cabalgar el esquelético caballo de la próxima crisis económica y social mientras la apedrean desde todos los ángulos.