Antonio Brufau recaba apoyo en los sectores empresarial, político y sindical
Sábado 3 de septiembre de 2011, p. 3
Madrid, 2 de septiembre. El presidente de Repsol, el catalán Antonio Brufau, intensificó su contraofensiva para neutralizar la operación fraguada entre Petróleos Mexicanos (Pemex) y la constructora Sacyr, que pretenden controlar mediante un acuerdo de acciones sindicadas 29.8 por ciento de la multinacional.
Brufau mantuvo una reunión privada
con el presidente de CaixaBank, Isidro Fainé, con el objetivo de obtener el respaldo de la entidad financiera catalana, que es el tercer socio de Repsol, con 12.9 por ciento de las acciones. Pero el empresario también hizo movimientos estratégicos en el terreno político, en el de los pequeños y medianos accionistas y hasta entre los sindicatos mayoritarios de la compañía. La guerra por el control de Repsol ya es abierta.
La ofensiva de Pemex y Sacyr está en su punto más crítico, una vez que mientras por un lado se consuma la operación de compra de las acciones por más de mil 200 millones de euros, por el otro hay una incesante actividad de despachos y llamadas telefónicas –la mayoría secretas–, que mantiene en vilo a los principales empresarios españoles, una vez que todos ellos tienen algún tipo de participación en la multinacional energética Repsol.
La operación ha sido duramente criticada por el empresariado, los medios de comunicación y hasta la clase política, que ven con recelo una alianza de estas características.
Además tiene la singularidad de que se fraguó en la etapa final de dos gobiernos en agonía, los de José Luis Rodríguez Zapatero, que dejará el cargo el próximo 20 de noviembre, y de Felipe Calderón, cuyo periodo termina en noviembre de 2012.
También se cuestiona el método empleado y si este sistema no supone un fraude de ley, ya que ambas empresas se comprometen a no superar 30 por ciento de las acciones para no tener que lanzar una oferta pública de adquisición (OPA), lo que entonces sí obligaría a actuar a las oficinas reguladoras del mercado.
Pero más allá de las características de la compra de acciones, en la actual directiva de Repsol la operación se ve como un ataque en la línea de flotación de su continuidad.
De hecho, se asume ya que de fructificar la estrategia de Pemex-Sacyr una consecuencia inmediata sería la destitución de Brufau y su equipo de confianza, o al menos su pérdida de capacidad de gestión con la imposición de un consejero delegado como hombre fuerte de la nueva alianza hegemónica de Repsol.
Brufau inició una contraofensiva agresiva con una reunión con Fainé, no confirmada de forma oficial pero sí hecha pública de manera extraoficial.
CaixaBank, como tercer socio de Repsol, podría ser determinante para impedir la mayoría en el consejo de administración que pretenden los nuevos socios hispano-mexicanos, además de que estarían vigilantes del futuro de sus inversiones en el sector energético, que se podrían ver afectadas a través de Gas Natural.
Hasta la fecha, el máximo responsable de CaixaBank no se ha pronunciado sobre la operación, pero sí se comprometió a hacerlo en el seno del consejo de administración de Repsol.
El principal temor de los responsables de la financiera catalana es que con el desembarco de Pemex y Sacyr a la dirección de Repsol se lleve a cabo una desinversión
de Repsol en Gas Natural Fenosa, que podría superar 4 mil millones de euros.
Por eso Brufau centró su primer día de contraofensiva en conocer de primera mano la postura de la CaixaBank y de Fainé.
Además Brufau y sus colaboradores más estrechos se pusieron en contacto con los pequeños y medianos accionistas para convencerlos de la amenaza que a su juicio supone el desembarco de Sacyr-Pemex en la dirección de Repsol.
El mensaje caló, hasta el punto de que la Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas informó que iniciarán acciones administrativas para solicitar el abandono del consejo por parte de los integrantes sindicados de Sacyr y Pemex.
Pero la operación en sí misma también ha suscitado recelos entre la clase política y, de hecho, dentro del gobierno de Rodríguez Zapatero, al trascender que parte de su gabinete cuestiona el papel que ha jugado en la operación el ministro de Industria, Miguel Sebastián, un profesor de economía y gestor que no tiene una carrera política en el partido y ha sido la pieza del mandatario en el estratégico sector de la energía.
En la oposición conservadora también están inquietos, al considerar que se afecta a sectores estratégicos y nos gustaría que se planteara con cierto sosiego, no a final de legislatura y que se vieran sometidas a procedimientos clarificadores
, según palabras del vocero económico del PP, Cristóbal Montoro.
Brufau y su equipo han recabado el apoyo de los principales sindicatos de la empresa, Unión General de Trabajadores y Comisiones Obreras (CCOO), cuyos representantes ya advirtieron que temen que la llegada de Sacyr y Pemex a la dirección de Repsol afecte a la estabilidad y el empleo
de la multinacional.
Joaquim González, de CCOO, expresó: vemos con seria preocupación esta operación ante la posibilidad de que una gestión basada en el sentido financiero y el beneficio a corto plazo provoque un debilitamiento de un proyecto industrial de éxito como el de Repsol, con resultados positivos en industria, tecnología y empleo
.
Apunta que más allá de los intereses legítimos de cada inversor o cada accionista, de ninguna forma puede aceptarse el debilitamiento de un proyecto industrial como el de Repsol
.