Vaca lechera
usia corre el riesgo de convertirse, para algunos países de la ex URSS –los que no dependen de sus materias primas o subsidios–, en una suerte de vaca lechera.
Al menos ese peligro quedó de manifiesto durante las negociaciones que se llevan a cabo en la república caucásica de Azerbaiyán para prolongar el arrendamiento de la estación de radares Darial, que forma parte del sistema ruso de aviso de ataques con misiles, en la localidad de Gabala.
Construida en 1985, sus redes de antenas receptoras y transmisoras son capaces de detectar a 6 mil kilómetros de distancia las ojivas de misiles balísticos y, en la práctica, de controlar el espacio aéreo y cósmico de Turquía, Irán, Irak, Medio Oriente y hasta India y la parte norte de Australia.
Al disolverse la URSS, la estación Darial devino propiedad de Azerbaiyán y, tras largas pláticas, Rusia asumió su renta anual por 7 millones de dólares hasta 2012.
Trabajan ahí cerca de mil 500 especialistas militares y civiles de Rusia; además de la renta, Moscú paga la energía eléctrica que utiliza y ofrece puestos de trabajo a la población local.
Ahora Azerbaiyán quiere duplicar el precio del anterior contrato, un cobro de 15 millones de dólares por año; argumenta una compensación tan grande por no poder desarrollar turismo de montaña en esa zona restringida y, desde hace poco, también por la radiactividad que daña el medio ambiente.
Tampoco puede pedir más dinero porque, si Rusia se va, quedaría sólo una mole de cemento y metal: lo que vale de Darial son los equipos y el sofware que se llevarían los rusos.
La estación vacía no interesa a Estados Unidos o a la OTAN. En cambio, según planes de imponer el escudo antimisiles en Europa, es probable que Washington instale en Turquía los radares que iba a poner en la República Checa.
Es absurdo desmontar lo que tan bien funciona y para evitarlo Moscú tiene que hacer concesiones a Bakú, como la venta de los sistemas de defensa antiaérea S-300-MPU, a pesar de que Rusia es aliado militar de Armenia, que tiene una disputa territorial por Nagorno-Karabaj con Azerbaiyán.
Queda tiempo, el contrato vence a fines de 2012, para negociar la prórroga y contener las pretensiones del arrendatario. Si Rusia fracasa, tendrá que construir en su territorio una estación sustituta.