Confusión partidista
El DF, sin opciones
Vividores y franquicias
a ya muy larga discusión sobre la necesidad de dotar a la ciudad de nuevos partidos políticos parte de una realidad imposible de soslayar: la gente no se siente representada por los que ahora tienen registro electoral; y de una mentira: los que quieren figurar oficialmente sí actuarán acoplados a los requerimientos de sus electores.
No hay cómo defender a los que ya existen; ninguno parece tener vida propia en la ciudad y el peor de todos podría ser el PRI, que abandonó a su militancia después de la debacle de 2000 y casi desapareció porque sus líderes estaban ocupados en otros quehaceres, seguramente de mayor importancia.
Pero no es sólo el PRI y su fatal renuncia al quehacer político en el DF. Han sido todos, de una u otra manera, los que han dejado caer el entusiamo de los defeños por participar en la vida pública, y han ido borrando todo vestigio de ideología que pudiera dar al votante una idea de las diferencias que deberían existir entre unos y otros.
La confusión es grande. Ahora resulta que votar por la izquierda o por la derecha no hace diferencia. A fin de cuentas todos luchan denodadamente por ubicarse en la parte más radical del centro. De izquierda sí, dicen algunos, pero de la izquierda moderada, más al centro, aseguran sin confesar que lo único que hacen es ir más a la derecha, y por el estilo todos.
Ahora hay organizaciones que buscan su registro para ser parte, claro, del centro, esa ambigüedad a la que todos buscan para hacer a un lado los compromisos de justicia y de igualdad. Por eso la pregunta salta: ¿para qué nuevos partidos?, todo eso sin contar con el negocio familiar que representa una franquicia política para los que también renunciaron a la ideología.
Y no es curioso que sea el PRI el que aboga por nuevas representaciones. Ellos saben que casi cualquier nueva organización podrá servirle como comparsa, es decir, serán sus aliados, su espina dorsal frente a la debilidad de su estructura en esta capital, y de pasada se evita a militantes peligrosos, como el caso de los hermanos René Arce y Víctor Hugo Círigo, que por fin se quitaron la careta y hoy son cómplices sumisos del priísmo.
Es decir, ¿cuál sería el argumento válido para facilitar el registro a esos supuestos nuevos representantes? Si las condiciones para lograr el registro que impuso la Asamblea Legislativa en la ciudad se debilitan, otra vez la partiditis que sufrirá el electorado en el DF podría ser catastrófica para el electorado que, frente a la confusión, muy probablemente decidirá por la abstención.
Total, una forma interesante de saber cuál es el calado social que tiene cada partido sería retirar los recursos a cada una de las organizaciones, las que ya existen y las que quieren ser. Muy pronto se podría ver la desaparición de algunos que han hecho de la política su mejor negocio, y tal vez algunos, con base en su militancia, podrían sobrevivir.
Y como en el DF se camina por rumbos supuestamente nuevos, de ésos que hay quien llama modernos, sería muy importante dar un paso que rompiera con la prostitución del quehacer político, para dignificarlo, sólo para eso: dignificarlo.
De pasadita
Se dice cada vez con mayor fuerza que Marcelo Ebrard, Carlos Slim, Nueva Izquierda y algunos otros personajes interesados en lo que venga para el Distrito Federal ya tienen candidato, y no es ninguno de los que hasta ahora mencionan las encuestas. Se trata de alguien del centro, de los que, dicen, son bien vistos por la sociedad capitalina; de ésos a los que no se les reprocha nada; aristócrata, se asegura, de cuna bien y ojo claro. Si usted sabe de quién se trata, avísenos por favor.