Las fuentes tuvieron un año para prepararse, afirma el australiano
Responsabiliza al periódico The Guardian por la filtración de la contraseña
Miércoles 7 de septiembre de 2011, p. 23
Berlín, 6 de septiembre. El fundador de Wikileaks, el australiano Julian Assange, defendió este martes la publicación de la identidad de sus informantes en Estados Unidos, que la semana pasada desató una fuerte polémica en torno a la plataforma de revelaciones.
No hay nada que hubiésemos podido hacer de otro modo
, afirmó durante en una entrevista por videoconferencia realizada en la IFA de Berlín, la feria de electrónica de consumo y tecnología más importante de Europa.
Assange consideró que revelar la identidad de informantes estadunidenses no debería traerles ya ningún problema. A fin de cuentas, sostuvo, esas fuentes tuvieron un año para prepararse.
El líder de Wikileaks volvió a responsabilizar al diario británico The Guardian por la filtración: su periodista David Leigh reveló en un libro publicado en febrero pasado la contraseña que se le había otorgado, aun cuando se le había pedido que no lo hiciera.
Sin esa publicación nada habría ocurrido
, dijo Assange. The Guardian señaló que dio por hecho que la contraseña era provisoria.
La semana pasada, Wikileaks publicó una serie de documentos de la embajada de Estados Unidos, aunque esta vez sin ocultar las fuentes secretas de los diplomáticos que los entregaron.
Wikileaks comenzó a divulgar el 28 de noviembre pasado más de 250 mil cables diplomáticos estadunidenses, que entregó a The New York Times (Estados Unidos), The Guardian (Gran Bretaña), Le Monde (Francia), El País (España) y Der Spiegel (Alemania), y más adelante a La Jornada, entre otros medios internacionales.
Originalmente, Assange y sus socios mediáticos como el semanario Der Spiegel o el diario El País habían acordado ocultar con un borrón negro los nombres de las fuentes, cuya seguridad podría ponerse en peligro en el caso de publicación. Sin embargo, los datos aparecen ahora totalmente a la vista en la red.
La filtración de los cables del servicio exterior estadunidense provocó una de las crisis diplomáticas más graves de la historia de Estados Unidos, al poner en evidencia el manejo de la diplomacia de ese país, lo que fue condenado vigorosamente por la administración del presidente demócrata Barack Obama.
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