Los intelectuales y artistas han rescatado desde los escombros una invitación al resurgimiento
En Washington ya arrancaron tres días de encuentros con la mejor música para recordar a las víctimas
Sábado 10 de septiembre de 2011, p. 22
Nueva York, 9 de septiembre. “Cielo de oscuridad y tristeza (un sueño de vida)/ Cielo de amor, cielo de lágrimas (un sueño de vida)/ Cielo de misericordia, cielo de temor (un sueño de vida)/ Cielo de memoria y de sombra (un sueño de vida)/ Tu viento que quema llena mis brazos esta noche/ Cielo de anhelo y de vacío (un sueño de vida)/ Cielo de plenitud, cielo de vida bendita (un sueño de vida)… Vengan aquí para el resurgimiento/ Vengan aquí para el resurgimiento…”
La canción The Rising, de Bruce Springsteen, que salió en 2002 en respuesta al 11-S, se trasmite de nuevo estos días, combinándose con miles de otros versos de todas partes del país, junto con sinfonías, danzas, películas, programas de televisión, obras de teatro, arte plástico, audiovisual, monumentos permanentes y temporales, escritos de todo tipo (ensayos, memorias, poemas) en un huracán de expresiones culturales que intentan recordar, resumir, redefinir, interpretar, ordenar, reparar, curar o reabrir heridas y, sobre todo, responder a las interrogantes que sólo se multiplican 10 años después de los atentados.
Aunque algunos de estos intentos son nobles, otros atrozmente comerciales, y unos sólo disfraces para propaganda –oficial, de derecha, de izquierda– no logran una armonía. Hay de todo: desde bandas militares y conciertos patrióticos, himnos a la bandera y a las guerras hasta lamentos poéticos de pérdidas personales, e invitaciones a algo más universal, llamados a recordar la humanidad. Pero es difícil clasificarlos más allá de intentos por recordar –y cuando se hace en su mejor sentido, cuando es como eso que dice Eduardo Galeano, que recordar significa pasar por el corazón de nuevo
, se logra una belleza desde donde brota un poquito de esperanza después de esta década de sangre.
Los actos culturales para conmemorar el décimo aniversario del 11-S son prácticamente incontables, aun sólo en esta ciudad, y arrancaron desde hace una semana o más. En estos días se puede ver un documental en el Museo Guggenheim con Noam Chomsky, Michael Hardt y Saskia Sassen, que hablan de la violencia en nuestros tiempos, hasta un ciclo de películas dedicada a la policía neoyorquina; o pasar todo el día en un concierto con música compuesta por artistas que trabajaban en esta ciudad ese día aciago, incluyendo a Lou Reed, Laurie Anderson, Philip Glass, Steve Reich y Rosanne Cash.
En Lincoln Center, la Filarmónica de Nueva York ofrecerá Resurrección de Mahler, y en la iglesia Trinity, a un par de cuadras de la zona cero, habrá un coral con el Réquiem de Brahms; en otras partes habrá conciertos de jazz y en Symphony Space no sólo se ofrecerá un concierto de música clásica, sino también lecturas de poemas y reflexiones personales de figuras públicas, entre ellas la jueza de la Suprema Corte estadunidense Sonia Sotomayor y el comisionado de la policía de Nueva York Ray Kelly. Por otro lado, Músicos por Armonía realizarán un concierto con artistas de Estados Unidos y algunos de países árabes.
Periodistas –si se les pueden incluir como trabajadores culturales
– también realizan foros sobre los ataques del 11 de septiembre de 2001, lo que vieron, lo que reportaron, lo que piensan que cambió, con figuras como Pete Hamill y el columnista Jim Dwyer.
También hay eventos como Recuerdo y reconciliación a través de la poesía, un performance de Karen Finley, y obras de teatro, como por ejemplo The Guys, que se presentó por primera vez poco después del 11-S y trata de un capitán de bomberos que recibe ayuda de una escritora para un discurso sobre los tragahumos que murieron bajo su mando, con la actuación de Sigourney Weaver. Y hasta cosas no programadas: Jon Bon Jovi se presentó el pasado miércoles en la misma estación de bomberos en Manhattan que visitó poco después del 11-S para un tributo.
Hay decenas de exposiciones de fotografía, de imágenes de ese día
hasta crónicas fotográficas de la ciudad de Nueva York, como de sus microcosmos. También decenas de presentaciones de libros y foros de autores.
Sus nombres, uno por uno
El 11 de septiembre de nuevo se llevará a cabo la instalación de Tributo en Luz, donde dos rayos de luz surgen desde la zona cero con la forma de las torres y alcanzan cuatro millas hacia arriba y son visibles desde 100 kilómetros. Ni mencionar decenas de programas de televisión y radio dedicados a evaluar, recontar, documentar los últimos 10 años en torno al 11-S.
Todo culminará con música, poemas y la lectura de todos los nombres, uno por uno, de las víctimas la mañana del 11 de septiembre, y ese mismo día se dedicará el monumento al 11-S (9/11 Memorial), que consiste de las dos fuentes que colocadas en lo que se llama las huellas
de las Torres Gemelas, rodeadas de unas cascadas de casi 10 metros de altura, donde están inscritos los nombres de las casi 3 mil personas que fallecieron ahí.
En Washington, en la Catedral Nacional, ya arrancaron tres días de actos, incluyendo un Concierto para Honrar, con la participación del secretario de Defensa Leon Panetta y donde se interpretará el Réquiem de Brahms por la Orquesta de Cámara de los Marines, esta noche; un Concierto para Curar, con artistas y músicos locales, incluyendo Sweet Honey and the Rock y concluyendo del domingo con un Concierto por la Esperanza, con la participación de representantes de varias religiones (protestante, católica, islámica, judía, budista, hindú y más). Otras ciudades también tienen múltiples eventos.
Las mezclas, confusiones, la cacofonía de expresiones culturales en torno a este aniversario exhibe lo que se ha acumulado en este país durante la ultima década. A lo largo de estos años, los artistas han participado en el gran debate nacional y mundial de qué significa, si algo, la era posterior al ataque. Muchos gozan de mucha más confianza entre la gente que los políticos, y sus poemas hablados, su rap, sus baladas, su ira, su solidaridad han ofrecido algo vital en medio de una era de guerra, sospecha, racismo, engaño oficial y temor infinito.
Los mejores entre ellos han rescatado desde los escombros de esta década violenta una invitación al resurgimiento
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