oronto, 10 de septiembre. Aunque muy eficientes, los organizadores de Toronto no son infalibles. Hasta ahora las funciones de prensa e industria han sido programadas con más sadismo que acierto, pues las películas de mayor interés tienen horarios simultáneos o empalmados. Asimismo, uno de los títulos de mayor expectativa –la más reciente película de David Cronenberg, quizás el mayor talento que ha dado el cine canadiense– fue programada con una sola función de prensa, ocasionando tumultos y largas colas.
A Dangerous Method (Un método peligroso) había venido precedida de comentarios positivos a su estreno en el festival de Venecia. En un tono totalmente diferente a su previa filmografía, Cronenberg ha adaptado la obra teatral The Talking Cure de Christopher Hampton (quien también escribió el guión), que básicamente describe el proceso de ruptura en la relación profesional entre Sigmund Freud (Viggo Mortensen) y Carl Jung (Michael Fassbender), a partir del tratamiento de una paciente afligida por histeria sexual, Sabina Spielrein (Keira Knightley, luciendo sus limitaciones histriónicas).
No obstante los intentos de airear el asunto –hay varias tomas recreadas de Viena y Zurich a principios del siglo pasado–, el meollo se reduce a las comunicaciones verbales o epistolares –y cada vez en mayor desacuerdo– entre ambos pioneros del sicoanálisis. Cronenberg lo filma de manera fría y convencional, como si tratara de una modesta producción Ivory & Merchant. No hay filo ni en la conflictiva relación amorosa que se desarrolla, contra sus principios, entre Jung y la paciente.
Siendo la represión sexual uno de los motores temáticos de la obra del autor, resulta decepcionante que al abordarla directamente haya reprimido sus propios impulsos como cineasta. Nada que ver con el Cronenberg subversivo, aquél que filmaba películas de horror en las cuales el repugnante monstruo era nuestro propio organismo en revuelta.
Otra forma de histeria femenina está en plena evidencia en Sarah Palin–You Betcha!, documental de Nick Broomfield y Joan Churchill sobre la controvertida candidata a la vicepresidencia en las pasadas elecciones en Estados Unidos. Ya acostumbrado a filmar a mujeres temibles –la asesina en serie Aileen Wuornos, la rockera Courtney Love– Broomfield hace ahora un retrato obviamente devastador de su personaje titular. Un poco como sucedía en Roger & Me, de Michael Moore, la estructura de la película obedece a los fallidos intentos por entrevistar a Palin. Mientras tanto, el director entrevista a los pocos habitantes de Wasilla, Alaska –ex colaboradores, ex amigos– que se atreven a hablar mal de ella.
El documental no revela nada nuevo; es un compendio de lo que los medios han mostrado en los últimos cuatro años: la ignorancia, deslealtad, beligerancia, deshonestidad e incluso la sociopatía de una figura que inventó la derecha cristiana para ganar adeptos. O sea, Broomfield le está predicando al coro. El espectador potencial de Sarah Palin–You Betcha! ya está convencido que la señora es un peligro.
El cineasta se había caracterizado por su estilo guerrillero de filmación. Sin embargo, en este caso se ve algo influido por Moore, por lo que hay videos socarrones y hasta la payasada de intentar una entrevista en un acto público utilizando un megáfono. No es un registro que le funcione.
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