Presentaron el volumen más reciente de la narradora, en el Palacio de Bellas Artes
Compartió experiencias de sus quehaceres como lectora y escritora
‘‘La literatura no se ponen a uno en ningún sentido, más bien nos abre los brazos”, dijo la colaboradora de La Jornada
Jueves 22 de septiembre de 2011, p. 5
Somos lo que leemos, aseveró la escritora Bárbara Jacobs, quien se manifiesta convencida de que los libros leídos por cada persona durante su vida –y con los cuales va integrando su biblioteca particular– son un retrato, una especie de autobiografía.
En los libros se hallan contenidos muchos de los sentimientos, las dudas, las inquietudes, los gustos, las necesidades, las preguntas de quien los lee
, explicó la colaboradora de La Jornada, cuyo más reciente libro, Leer, escribir, fue presentado la noche del martes en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Con la participación de Mariana H., Julio Patán y José Garza, además de la autora, fue un acto ameno, una charla informal, durante la cual Jacobs fue invitada a compartir sus experiencias como lectora y escritora.
Leer y escribir es el hilo conductor de los 12 ensayos reunidos en el volumen publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, con ilustraciones de Vicente Rojo, en el que Bárbara Jacobs expresa lo difícil que fue ese aprendizaje, además de mencionar la gran cantidad de libros y autores que la guiaron por ambos senderos y que hoy forman parte de su biblioteca personal.
Ejercicio vital
Ganadora del Premio Xavier Villaurrutia en 1987, por su libro Las hojas muertas, Jacobs confió que la lectura es para ella un ejercicio vital, al extremo de preferir mantenerse desapegada de la vida real para concentrarse en las infinitas posibilidades de la literatura.
Prefiero los libros por incondicionales, porque siempre están allí para uno: nunca se acaban. Cierto, te pueden robar uno, pero nunca la lectura; es algo que está con uno de por vida y nos ayuda a enfrentar y superar todos los obstáculos. La literatura no se opone a uno en ningún sentido, más bien nos abre los brazos
, sostuvo
“Inicialmente tenía miedo para acercarme a los libros y la lectura, pero una vez que me dejé atrapar, ese miedo se trasladó hacia lo que es la vida real, no por los múltiples problemas y las cuestiones arbitrarias que ésta representa, sino porque todo lo que ofrece termina por acabarse, y en un libro no.
Cuando uno concluye un libro, éste no acaba. Puede ser leído de nuevo y uno encontrará siempre algo más, algo nuevo. Es algo infinito, y ése es un trato que no cambio casi por nada.
Bárbara Jacobs habló de sus hábitos de escritura y recordó lo difícil que fue comenzar ese proceso tan complejo como ocurrió con la lectura. Ésta es una acción que se remonta a sus años del colegio, cuando con su amiga Marisol Martín del Campo leían de forma conjunta y se contaban historias que inventaban, hasta que un día aquélla propuso trasladar esos relatos al papel.
Fue así como escribió su primer relato, una historia de tipo fantástico que se desarrollaba en un barco, donde los personajes podían ver lo que ocurría afuera, mientras los del exterior no observaban lo que sucedía adentro.
Ese cuento fue el principio de algo que se convirtió en la extensión de mis lecturas, que eran en mucho mi vida real. Yo no era muy sociable, pues estaba dedicada a mi mundo interno, ese mundo incondicional
, señaló, y rememoró cómo su entorno de infancia estuvo marcado por los libros y muchos lectores, sobre todo en su familia.
“De niña me gustaba comprar Vidas ejemplares, porque son un principio de biografía, uno de los géneros que más me gustan y creo que es uno de los más difíciles de abordar con éxito. Me gusta la autobiografía, afición que debo a mis lecturas de esas historietas; ellas me hicieron escritora y recuerdo que, por ellas, uno de mis hermanos quería ser mártir.”
Diario de 51 años
Otro aspecto abordado durante la charla fue el gusto de Bárbara Jacobs por llevar un diario personal desde que tenía 12 años: Tengo ahora 63 años y desde entonces he mantenido esa práctica. Ésta hizo posible desarrollar muchos géneros (literarios), por ejemplo la crónica, cuando contaba algo interesante que había vivido
.
En su diario, indicó, hay material de gran valor, pues ha tenido la fortuna de vivir con una familia muy interesante, además de casarse con dos personajes muy conectados con el mundo real: el fallecido escritor guatemalteco Augusto Monterroso y, en la actualidad, el artista Vicente Rojo.
“En mi diario tengo guardadas conversaciones de gran importancia, tengo material para una crónica de mi tiempo. He publicado fragmentos en el periódico La Jornada, y me da para mucho más, porque son muchos los años (51) registrados en él.”
El diario de Jacobs posee varias vetas, no sólo la crónica. En él anota sueños y cuestiones íntimas, problemas, pero no a manera de queja, sino para encontrarles solución. Es un material muy interesante, pero cerrado bajo llave
.
Respecto de los autores que reconoce como referentes, mencionó a Monterroso y Julio Cortázar, los cuales, dijo, fueron su puerta de entrada al español.
“Me formé más en libros en inglés y en francés; no tenía mucho contacto con la literatura en español. Los libros de ambos hicieron posible que yo descubriera el español, me hicieron amar la literatura en este idioma por caminos muy diferentes’.
Si Cortázar te hace sacar una historia, Monterroso te enseña a pulirla, a concentrar cosas, y casi que no puedo verlos de manera independiente en mi formación como escritora y lectora.