l presidente de Estados Unidos, sus diplomáticos y los aliados europeos acumulan intensas jornadas intentando impedir frenéticamente que Palestina presente en la ONU su solicitud de reconocimiento como Estado miembro. Para ello ejercen brutales y burdas presiones sobre el liderazgo palestino pero ni siquiera le levantan la voz al nazi Netanyahu, que hace imposible cualquier negociación. Diecisiete años en la mesa de negociaciones sin conseguir de Tel Aviv otra cosa que más ocupación y agresiones han colmado la paciencia de los palestinos. El pueblo que Israel expulsó de su tierra de origen y en ese tiempo ha continuado masacrando, encerrándolo en bastustanes y privándolo de todos los derechos basándose únicamente en la sofisticación de su arsenal bélico estadunidense y el apoyo de Occidente
.
En histórica carta dirigida al secretario general de la ONU por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha dibujado muy claramente la situación: el imperio, en éste y en otros casos, pretende imponer un doble estándar en el escenario mundial: es la doble moral yanqui que viola el derecho internacional en Libia, pero permite que Israel haga lo que le dé la gana, convirtiéndose así en el principal cómplice del genocidio palestino a manos de la barbarie sionista
(Carta de Chavez a la ONU).
Y es que a Barack Obama lo aterra aplicar el veto que ha anunciado si la solicitud palestina recibiera la aprobación de nueve de los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (los cinco permanentes con derecho a veto y los 10 rotativos). Para lograr la relección en 2011–al parecer lo único que le interesa– necesita los abundantes caudales del lobby sionista de Estados Unidos. Pero, a la vez, lo horroriza que se le caiga el cartelito, labrado mediáticamente, de amigo de las revoluciones árabes, deseoso de tratar más amablemente que sus antecesores a los pueblos islámicos.
Es éste el mismo Obama que prometió en el discurso de El Cairo un nuevo amanecer
para el mundo musulmán. El que dijo también que habría un nuevo Estados Unidos
para los árabes. El que proclamó en el hemiciclo de la ONU en 2010 que el año entrante tendríamos un nuevo miembro de la ONU, un Estado independiente y soberano de Palestina
. Por lo pronto, si no fuera suficiente con las guerras contra Irak, Afganistán, Libia y las zonas tribales de Pakistán y Yemen, vean con qué energía truena el inquilino de la Casa Blanca contra los palestinos por el simple hecho de pedir lo que él les dijo que defendería.
Sin embargo, son las voces nuevas las que iluminan el gris escenario de la organización internacional. Tras la misiva de Chávez se escuchó como un rayo la cálida y dulce voz de la presidenta brasileña Dilma Rousseff, oradora inaugural del periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU: “La mayoría de los países de esta asamblea creemos que llegó el momento (…) Brasil reconoce a Palestina como Estado miembro de la ONU” .
La solicitud formal palestina de reconocimiento como Estado miembro se presentará el viernes 23 pero al parecer no hay fecha fija para su consideración por el Consejo de Seguridad de la ONU y Estados Unidos y Europa están tratando de engavetarla con pretextos de procedimiento. Difícilmente puedan lograrlo si los palestinos obtienen los nueve votos necesarios para su aprobación en ese órgano, lo que no es seguro. En caso afirmativo, Estados Unidos lo impediría con el veto pero quedaría descarnadamente en evidencia su espíritu antidemocrático e incondicionalidad hacia Israel, razón principal por la que un acuerdo de paz es imposible en el formato del Cuarteto
, pues Washington está descalificado para actuar como árbitro. En la Asamblea General de la ONU Palestina cuenta con la mayoría necesaria para lograr el estatuto de Estado observador. Con éste, además, de asegurar su presencia en todas las agencias del organismo, agravaría la situación jurídica de Israel como potencia ocupante de un Estado soberano y podría acusarlo ante el Tribunal Penal Internacional por sus escandalosos crímenes de guerra.
Israel está más sólo que nunca después de las rebeliones árabes. Ha perdido en un año a Turquía y Egipto, dos aliados fundamentales, y en la ONU se evidenciará como nunca el repudio de la mayoría de la humanidad a su conducta criminal. El heroico pueblo palestino también conquistará en las calles su primavera. Nadie lo dude.