El obispo auxiliar de Durango, Enrique Sánchez Martínez, llamó a la población a solidarizarse con los habitantes de Durango, Coahuila, Chihuahua, Zacatecas y San Luis Potosí afectados por la sequía, y aludió a la situación por la que atraviesan los pobladores del cuerno de África.

Asentó que en Durango no ha llovido en más de 280 días y las presas del estado se encuentran a 48 por ciento de su capacidad; en localidades del semidesierto como Tlahualilo, San Juan de Guadalupe, Simón Bolívar y Guadalupe Victoria la situación es de emergencia, advirtió.

El daño más grave se observa en la ganadería: de un millón 100 mil cabezas de ganado que hay en el estado, entre 10 mil y 13 mil han muerto; el resto está flaco por falta de alimento en los agostaderos. Los criadores venden los animales en pie hasta en cuatro pesos el kilo, cuando el precio normal oscilaba entre 10 y 12 pesos. Son ventas desesperadas, pero el productor prefiere ganar unos cuantos pesos antes de que los animales mueran.

En un escrito que dio a conocer en la página electrónica de la Conferencia del Episcopado Mexicano, expuso que la agricultura estatal está en crisis, pues 80 por ciento de los terrenos de cultivo son de temporal y más de 80 por ciento de los campesinos dependen de las lluvias, que este año han disminuido 50 por ciento. De las 220 mil hectáreas destinadas al cultivo de maíz, se sembraron 170 mil y todas sufrieron daños; la avena forrajera se sembró en 145 mil hectáreas, pero por ausencia de humedad la cosecha fue mínima.

Padece hambre un cuarto de millón de duranguenses

Refirió que, según organizaciones campesinas independientes, la pobreza alimentaria afecta a 250 mil duranguenses, pero la realidad es más grave, pues se incrementaron la migración y la pobreza, en perjuicio de 60 mil habitantes de las zonas rurales aisladas.

Expuso que las autoridades estatales han iniciado la distribución de agua y el cobro de seguros agrícolas y ganaderos; incluso se han iniciado colectas de víveres para atender a 169 comunidades rurales del semidesierto y de la zona indígena de Los Llanos y el Valle del Guadiana, pero pidió a la pastoral social diocesana sensibilizar a la población ante el riesgo de la carestía por la escasez de frijol, maíz y forrajes.