Alfredo Astiz, Jorge Tigre Acosta, Ricardo Miguel Cavallo, entre otros, escuchan impávidos el histórico fallo
¡Al fin la justicia!, claman Madres, Abuelas de Plaza de Mayo, hijos y familiares de los desaparecidos
Jueves 27 de octubre de 2011, p. 2
Buenos Aires, 26 de octubre. ¡Al fin la justicia!
, gritaron al unísono centenares de manifestantes que frente a los tribunales escucharon en una pantalla gigante el veredicto de los jueces del tribunal federal número cinco que, en una resolución histórica, condenó a cadena perpetua a figuras emblemáticas de la pasada dictadura (1976-1983) como los ex marinos Alfredo Astiz, Jorge Tigre Acosta, Ricardo Miguel Cavallo, y otros, por delitos de lesa humanidad perpetrados en el Centro Clandestino de Detención de la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma).
Recibieron la misma pena Julio César Coronel, Jorge Rádice, Adolfo Donda, Antonio Pernías, Raúl Scheller, Alberto González, Ernesto Weber, Néstor Savio y Antonio Montes.
En tanto, Manuel García Tallada y Juan Carlos Fotea recibieron una pena de 25 años; Carlos Octavio Capdevila, 20 años, y Juan Antonio Azic, que tiene juicios pendientes, 18 años. A la vez, se decidió absolver a Pablo García Velazco y Juan Carlos Rolón, quien seguirá detenido por otras causas en las que está acusado de delitos de lesa humanidad.
Dentro del tribunal la emoción estalló en gritos y llanto; Madres, Abuelas de Plaza de Mayo y familiares de los desaparecidos en la Esma se abrazaban con los testigos de la causa, funcionarios e integrantes de organismos de derechos humanos, políticos y sindicalistas.
Afuera, los hijos de desaparecidos, nietos recuperados que habían estado en manos de algunos de los enjuiciados, cantaban y lloraban a la vez en un abrazo interminable mirando la pantalla gigante que les devolvía el rostro impávido de aquellos que alguna vez se sintieron dueños de la vida y de la muerte, y que en su defensa nunca mostraron arrepentimiento y se consideraron héroes
de una guerra sucia en la que, amparados por la impunidad dictatorial, secuestraron, torturaron, mataron y desaparecieron a miles de personas.
El clima de tensión vivido poco antes del veredicto, que tardó más de dos horas en ser leído, fue remplazado por la alegría, aunque en algunos casos, como el de Azic, la condena fue inferior a los pedidos de la fiscalía. Conjuntos musicales comenzaron un concierto en el lugar, en medio de la emoción generalizada que parecía crecer al paso de las horas.
Esta mañana en varios lugares cercanos al tribunal aparecieron calcomanías, en una ofensiva de los acusados, que señalaban como montoneros
a miembros del gobierno y se definían a sí mismos perseguidos políticos
, a pesar de que han sido requeridos por la justicia de varios países.
En el tribunal estaban Cecilia Pando activista en defensa de los acusados, y familiares de éstos.
Casi dos años duró este juicio emblemático porque en la Esma desaparecieron unas cinco mil personas y fueron muy pocos los sobrevivientes del horror.
El Tribunal Oral Federal Cinco, integrado por los jueces Daniel Obligado, Germán Castelli y Ricardo Farías, llevó adelante este proceso en la llamada megacausa Esma
; juzgó en este tramo a 18 importantes represores, por delitos cometidos contra 86 víctimas, en una acción conjunta tomando los llamados testimonios A, B y C, entre los que figuró el secuestro de 12 personas en la iglesia de la Santa Cruz.
En este operativo realizado entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977, fueron secuestradas tres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo: Azucena Villaflor de De Vincenti, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco, dos monjas francesas y otras seis personas.
En este caso uno de los imputados es Astiz, quien se infiltró entre las madres fingiendo ser hijo de desaparecidos y al que éstas cuidaron con amor. Usó el seudónimo de Gustavo Niño y fue quien entregó a las víctimas. Besó a todos los que serían secuestrados (así los señaló), cuando estaban en la iglesia de la Santa Cruz. De ahí se los llevaron a la Esma donde todos fueron desaparecidos.
Las tres madres y otras dos personas fueron encontradas enterradas como NN en una población de la costa atlántica. Habían sido arrojadas al mar vivas aún y las aguas arrastraron sus cadáveres, que fueron enterrados por los pobladores. Finalmente fueron identificadas en 2005 por el equipo argentino de antropología forense.
Otro de los casos emblemáticos de la Esma, es el del escritor y periodista Rodolfo Walsh, militante de la organización Montoneros, quien logró escribir una carta abierta a la junta militar, que resultó en un documento histórico de acusación a la dictadura.
Logró enviar la carta desde la clandestinidad en que vivía y fue interceptado en una calle por un grupo de tareas el 25 de marzo de 1977. Allí lo apresaron herido porque los enfrentó y luego su cuerpo fue visto por testigos en el Casino de Oficiales de la Esma y nunca apareció.
Se conoce que miles de detenidos desaparecidos en ese centro clandestino fueron arrojados vivos y drogados al mar en los llamados vuelos de la muerte
.
Los testimonios fueron desgarradores y pudieron ser señalados los responsables de torturas, asesinatos y desapariciones de personas de distintas edades, incluidos adolescentes y ancianos.
En otro juicio se lleva el caso de los niños apropiados, ya que por la Esma pasaron gran cantidad de jóvenes que habían sido secuestradas embarazadas, a las que se mantenía detenidas hasta el parto, después del cual les robaban a sus hijos para repartirlos entre los propios militares y amigos, mientras ellas eran desaparecidas.
Por eso, esta fue una jornada histórica en la larga lucha por desterrar la impunidad del país y castigar con la justicia, responsablemente, a los autores de crímenes aberrantes cometidos durante la pasada dictadura, durante la cual, se calcula, desaparecieron 30 mil personas. Hay otros 70 acusados esperando juicio por la Esma y por crímenes contra otras 800 personas.