Domingo 13 de noviembre de 2011, p. 5
La reticencia a ponerle palabras
a lo que brota sin cauce ni freno
no puede atajar este grito
es la negrura de no estar
en que te pienso ahora
es la ausencia irrevocable
es saber que tus silencios
ya no estarán habitados
ni el cotidiano eco de tus dones
regalará esa luz provisional
siempre de nuevo
ya no estará en el firmamento
ni estará tu voz en este mundo
para ayudarnos a creer en él un poco
los silencios serán de hielo
y la ausencia de vértigo negro
sé que no estoy solo al llorarte
pero no me consuela
este amor que yo te tuve
fue siempre un solitario
diálogo de silencios amorosos
de palabras lentamente eficaces
de reflexiones distantes
y reencuentros reservados
la lejanía era circunstancia
y la cercanía a pesar de ella
me enseñó lo que es la esencia
de habitar juntos una idea
comunidad verdadera
cuando se dejan a un lado los trastos
del mundo encasillado
cuando la sencillez se hace verdad
que nos trasciende
y el mundo se hace transparencia
de un orden luminoso y carnal
brotando de una fuente profunda
surcando la historia como una arteria
ese mundo profundamente humano
del que supiste bien ser el heraldo
al que llevaste claridad dándole voz
esa voz de amor a las palabras
a la frágil conciencia hecha palabra
tu palabra es ahora nuestra herencia
como lo fue la de quienes antes
te encargaron a ti sus palabras
las llevabas por el mundo
en la simple valija vagabunda
que aprendiste desde el exilio
a llevar a todas partes
tu amiga la palabra
que prodigaste, que arrullaste
que te guarda en su seno
ahora que el silencio te cubre con su manto