Esquelas electorales
or qué en el Campo Marte? ¿Por qué funerales con honores militares y el disparo de los cañonazos que dicta un protocolo inexistente? Murió Francisco Blake Mora y el duelo es de toda la clase política, del desacreditado mundo de los partidos que encuentran en la muerte inesperada de un secretario de Gobernación el sentimiento de clase y la casi obligada vocación de servicio público que comparten, que debieran compartir aun en la batahola del sonido y la furia, de la incoherencia, del griterío que acalla el debate del régimen nonato, del salto al vacío.
¿Por qué los funerales de solemne rito guerrero? ¿Por qué en el Campo Marte? Y por tercera vez. Vicente Fox puso la primera piedra en el monumento a la suspicacia, al no rendir honores civiles, sino los debidos a quienes han caído en batalla. El terrorismo triunfa cuando siembra el miedo y alienta la duda entre la población; cuando los actos del gobierno lejos de aclarar enturbian las circunstancias en que se produce una muerte, o dos, o tres. O las decenas de miles que han convertido el territorio nacional en tumba colectiva, sin lápidas que identifiquen a los muertos, sin documentación que permita a sus deudos abandonar la inútil, penosa búsqueda. El gabinete esperó pacientemente la llegada del presidente Felipe Calderón a la agencia funeraria donde velaban los restos de Francisco Blake, Felipe Zamora Castro, José Alfredo García Medina y Miriam Hayton Sánchez.
Gobernación era, es, equivalente al ministerio del interior que anhelan los promotores de un gobierno parlamentario mixto, uno en el que se fortalezca al Presidente y éste siga siendo jefe de Estado y jefe de gobierno. Un galimatías para explicarse a sí mismos cómo deshacerse del presidencialismo autoritario debilitando al Poder Legislativo, que al darse el vuelco volvió a ser contrapeso, hizo efectiva la división de poderes. ¿Por qué 20 cañonazos en el Campo Marte? Entre los logros de la pluralidad de partidos y un Congreso sin mayoría hegemónica destaca el imperativo de acordar entre opuestos. Francisco Blake vino de Baja California; la eulogía del servidor público estuvo en lo dicho por Beatriz Paredes: Su experiencia de político local trasladado al ámbito nacional. Un hombre respetuoso, constructivo, factor fundamental para que la nueva Ley de Migración, que es un hito en el respeto a los derechos humanos, fuese una realidad.
El contrastante olor a pólvora, la obsesión apocalíptica, la irresistible inclinación maniquea; ser dueño de la verdad y combatir al mal sin duda y sin tregua, son factores para extrañas definiciones como la elaborada por el presidente Felipe Calderón para desestimar el severo informe de Human Rights Watch: son los del crimen organizado, dijo, quienes violan los derechos humanos de los mexicanos, al asaltarlos, secuestrarlos, asesinarlos. Es el Estado, los gobernantes obligados a garantizar los derechos humanos, quienes pueden violarlos. Los otros, los señalados ante el severo informe, son delincuentes, criminales que cometen un delito y deben ser llevados a juicio, diría en el tono burlón que se acentúa con la edad Pablo Gómez, militante de la izquierda desdibujada pero no descerebrada.
Cuatro secretarios de Gobernación ha tenido el presidente Calderón. Francisco Ramírez Acuña, con bendición cardenalicia y el mérito de haber lanzado la candidatura presidencial de Felipe Calderón contra la voluntad expresa de Vicente Fox. El 15 de enero dejó la casona de Cobián el de Jalisco. Y al día siguiente llegó Juan Camilo Mouriño, dueño del poder de la cercanía en Los Pinos, puesto al frente de una secretaría sin dientes, pero todavía conducto del Ejecutivo con el Congreso, los gobernadores de los estados y los partidos políticos. Fue diputado federal en la bancada panista de la LVIII Legislatura que coordinó Felipe Calderón; subsecretario de Energía durante el fugaz paso de Calderón por el gabinete foxiano; coordinó el equipo de transición y ya en Los Pinos se hizo cargo del mando: valido de Palacio, heredero de Felipe de Jesús en cuanto se convirtió en secretario de Gobernación.
El 4 de noviembre de 2008 murió Juan Camilo Mouriño en trágico accidente de aviación. Se le rindieron honores en el Campo Marte, honores de jefe de Estado, de príncipe heredero, de caído en batalla. Y, luego de exhaustiva investigación, guardaron bajo cuatro candados de la llamada reserva
los resultados de dicha investigación. Y Fernando Gómez Mont, abogado litigante, de familia de fundadores del PAN, se convirtió en el tercer secretario de Gobernación del sexenio. Los jóvenes turcos ya estaban al mando del partido de la derecha que alguna vez fue ejemplar en su convicción de llegar al poder por la vía legal. Adiós, abogado. No hubo acuerdo de voluntades que resistiera el impulso del michoacano Martínez y de César Nava: el PRI era y es el enemigo histórico, el maligno, el del laicismo y estatismo que los fundadores decidieron combatir en el nombre de Dios.
Gómez Mont atestiguó un acuerdo del panismo con el PRI del estado de México, donde Enrique Peña ya sumaba y acumulaba capital político para las elecciones de 2012. La guardia mora del partido en el poder y bajo la influencia de Aznar el exiguo, precipitó la renuncia de Gómez Mont y las alianzas con el PRD mercantilizado por Jesús Ortega y otros Chuchos: Victorias pírricas, gobiernos de coalición imaginaria, hasta que toparon con las elecciones del estado de México. Y con la intemperancia tropical de López Obrador. Y Calderón trajo de Baja California a Francisco Blake, otro de los diputados que pastoreó en la LVIII Legislatura. Y el sino trágico. Y la inquietante reacción de quien suspende por el duelo una reunión de Estado con el primer ministro de Canadá y el presidente de Estados Unidos.
Y antes de concluir el novenario tendrá que designar a su quinto secretario de Gobernación. Y arde el país. Y hoy domingo eligen gobernador los michoacanos. Y Gustavo Madero, el adelantado de la campaña contra el nepotismo de Humberto Moreira
, acompaña a Luisa María Calderón, candidata del PAN a gobernadora de Michoacán y hermana del que despacha en Los Pinos. En el tricolor es nepotismo, en el blanquiazul es amor fraternal. Pero los del gabinete doliente colaboran y Leonel Godoy, gobernador y militante del PRD, denuncia que los recursos le son retenidos por funcionarios de Hacienda y no hay dinero en la entidad ni para pagar sueldos. El PRI y el PRD acusan, pero en el IFE les responden de inmediato que nada hay que perseguir, nada indebido en la campaña de la hermana del presidente Calderón, quien da generosas limosnas al clero y en cuya comitiva se incluyen vehículos militares.
Cuauhtémoc Cárdenas asistió al cierre de campaña de Silvano Aureoles. Jesús Ortega pergeña escritos en los que convoca a no olvidar que el enemigo es el PRI. La derecha dispone de mercenarios culimpinados ante el poder. Pero los votantes no comulgan con ruedas de molino. De abajo vendrán los votos que impidan llegue al gobierno el PAN, el partido creado para combatir las políticas del general Lázaro Cárdenas. Calumnian al del PRD y va a ganar Fausto Vallejo, el candidato del PRI.
Ya hicieron la encuesta parejera para que Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador digan lo que ven al otro lado del espejo. Manlio Fabio Beltrones reunió a Diego Fernández de Cevallos, a Cuauhtémoc Cárdenas y a Francisco Labastida. Ya hay programa y dos candidatos del PRI. Y los dolientes de la derecha hablan del efecto Peña
y del tsunami que viene.