Montserrat Rovira, una de las modelos de El orgullo de la ausencia, emite su testimonio:

Cuando me hicieron la mastectomía lloré mucho, pero al tercer día me miré al espejo y dije: basta, ya está. Así que tomé una cámara digital y empecé a fotografiarme para asumir mi nuevo cuerpo. Me di cuenta de que el pecho es una cosa que se puede reconstruir o no –como decidí yo–; lo importante es luchar contra el cáncer.

Cuando acabé la quimio fui a ver a Judith, porque me había fotografiado en los momentos más importantes de mi vida y sabía que con su mirada capta todo lo que una siente por dentro. Me hizo muchas fotografías y, cuando fui a buscar el book, me puse a llorar, porque había captado todo mi bagaje desde la operación hasta ese momento. No fijó su mirada en mi cicatriz, sino en mis ojos, en mi mirada de rabia, de lucha, de resignación…. Quizá este trabajo ha sido un poco terapéutico, aunque yo ya tenía asumida mi mutilación antes de ir con ella, pero para mí esas fotografías me han servido para ayudar a otras mujeres que tienen la enfermedad.

Aunque la gente me mira, no pasa nada

Sí, me falta un pecho, pero voy a la playa y hago topless, y aunque la gente me mira, no pasa nada. Las mujeres que hemos pasado por una mastectomía seguimos siendo mujeres, con o sin teta, y nos sentimos orgullosas de eso.

Llevo cinco años y medio con cáncer y todavía sigo luchando. En estos momentos estoy en quimio, con metástasis y hecha polvo, pero sigo viva. Voy cada mes al hospital y le hablo a la gente de lo que pienso. Les enseño a otras mujeres las fotos y las animo para que sigan luchando. Muchas de ellas no saben ni la décima parte de lo que estoy pasando; sin embargo, sigo siendo lo que era antes de la operación.

Desgraciadamente hay mucha gente que se ha quedado en el camino, como una de las modelos, Loli. Pero hay otras que han superado la enfermedad y hoy hacen una vida totalmente normal. Por eso insisto en que lo importante no es tener o no un pecho, sino la lucha contra la enfermedad.