n las semanas recientes, decenas de miles de maestros de la CNTE se han manifestado en varios estados de la República por una auténtica profesionalización del magisterio y en contra de las condiciones laborales impuestas por la SEP y el SNTE. De inmediato, en la prensa, la radio y la televisión se han descalificado dichas manifestaciones.
Tanto en nuestro país como en Estados Unidos continúa la campaña contra los maestros de educación pública, la educación pública misma y los sindicatos y otras organizaciones de maestros. El punto de partida de estas campañas es un juicio sumario, demoledor, acerca del desempeño de escuelas y maestros, sustentado en los resultados obtenidos por los estudiantes en las pruebas estandarizadas nacionales (en México la prueba Enlace) e internacionales (como la prueba PISA de la OCDE).
En estas páginas se ha señalado la falta de fundamento y mala fe de ese juicio, es necesario reiterarlo. Por una parte, todos los estudios de especialistas han demostrado que las pruebas estandarizadas y sus resultados deben tomarse con muchas reservas, pues incluso conducen a políticas equivocadas; por otra, bien se sabe, en los resultados de la educación intervienen de manera definitiva múltiples factores sociales, económicos y políticos, intencionalmente eludidos por esos detractores de la educación pública. Quienes desde los medios de comunicación (prensa, radio y televisión) abordan este tema hacen caso omiso de esas advertencias y exponen como verdad incuestionable los sistemas educativos son un desastre total y los culpables son los maestros
. La superficialidad de esos juicios, las generalizaciones inválidas y su tono dramático ponen en evidencia la intención política de esas campañas.
Entre las acciones impulsadas por los enemigos de la educación pública en Estados Unidos, con el pretexto de resolver el problema de la calidad de la educación, se encuentra el refuerzo en la aplicación de pruebas estandarizadas a los estudiantes y múltiples proyectos y maniobras para la privatización de las escuelas. Estas medidas son impulsadas por los republicanos, por organismos y fundaciones de derecha y por el gobierno federal, independientemente del partido que lo ocupe. Una de las modalidades de privatización más extendidas lo constituyen las escuelas concesionadas (charter schools), de sostenimiento público, pero dirigidas y administradas por intereses privados (en muchos casos intereses lucrativos), autorizadas incluso a establecer sus propios planes de estudio.
Después de un breve periodo en el cual esas políticas aplicadas en Estados Unidos despertaron entusiasmo, ahora se constata que los resultados son opuestos a los esperados. La doctora Diane Ravitch es especialista en historia de la educación y en análisis de políticas educativas, profesora de la Universidad de Nueva York, autora de una docena de libros y subsecretaria de Educación en los gobiernos de George H. W. Bush y Bill Clinton. Antes entusiasta promotora de esas medidas, desilusionada ahora afirma: Ya no creo que esos enfoques generen el impulso de mejoramiento que todos esperamos para la educación estadunidense
, y añade: “En la principal evaluación nacional 17 por ciento de las charter schools obtuvieron resultados superiores, pero 46 por ciento no tuvieron resultados diferentes a los de las demás y 37 por ciento tuvieron resultados peores que los de las escuelas públicas”. Y concluye: “Las pruebas estandarizadas de alta exigencia, las metas utópicas, los castigos draconianos, el cierre de escuelas, la privatización y las charter schools no funcionan. El mejor predictor de un bajo desempeño académico es la pobreza, no los malos maestros”.
Las expresiones de la doctora Ravitch son sólo un ejemplo de los juicios del medio académico estadunidense acerca del embate contra la educación pública, la privatización de la educación y la estigmatización de los profesores. Ella suma ahora su esfuerzo al de otros 200 prestigiados académicos estadunidenses, especialistas en educación, que impulsan la campaña por un Enfoque amplio y sólido de la educación
(reseñada aquí hace un año), iniciativa del Instituto de Políticas Económicas, con sede en Washington.
Un instrumento de propaganda contra la educación pública en Estados Unidos, que ha tenido amplísima difusión, es el documental titulado Esperando a Superman. En México ya se hizo una versión casera, el documental De panzazo, producido por el organismo privado Mexicanos Primero. Podremos analizarlo en unos dos meses, cuando se exhiba al público. Del documental estadunidense la doctora Ravitch afirma: “Es propagandístico (a favor de las charter schools y anti escuelas públicas), está plagado de mitos y con una demanda por lo menos profundamente equivocada. En los adelantos difundidos del documental mexicano De panzazo se observan también estos afanes.
Nadie debiera ignorar la complejidad de la tarea educativa, quizá la más compleja tanto para los individuos como para la sociedad; quienes la simplifican, de la manera en que lo hace la propaganda de la derecha estadunidense en contra de los maestros y la educación pública, engañan y evidentemente persiguen fines no confesados. En México, la Secretaría de Educación Pública, asesorada por la OCDE y organismos privados como Mexicanos Primero, ha puesto también en el banquillo de los acusados a los maestros y las escuelas, convirtiéndolos en chivos expiatorios de todos los males del país.
Este bloque de intereses sigue al pie de la letra el guión trazado por la derecha estadunidense; sin el menor asomo de análisis y juicio crítico acerca de nuestra realidad y nuestra historia, impone políticas administrativas draconianas: evaluaciones universales mecanizadas, sistemas de estímulos económicos, pagos por resultados, resultados medidos en función de las endebles y perniciosas pruebas estandarizadas a los estudiantes. Todas estas medidas, enmarcadas en la llamada Alianza por la Calidad de la Educación, acordada con la dirección del SNTE, lejos de propiciar que los maestros se conviertan en profesionales de la educación, los harán burócratas mecanizados, motivados por intereses egoístas opuestos a los requerimientos de una educación de verdadera alta calidad
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