Mexicaneros
na de las 62 culturas originarias del país es la de los mexicaneros; viven en una región en la que se unen los estados de Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas; el asentamiento más grande está en el municipio duranguense de Mezquital. Su lengua materna es el mexicanero, de la familia del náhuatl; hablan también español.
Las condiciones del terreno son difíciles, pues es accidentado y pedregoso. Llueve entre junio y octubre y la temperatura promedio es de 22 grados. En este paisaje semidesértico abundan cactos, chalates, mezquites, magueyes, nopales y pitayas. Siembran naranjos e higueras, y cultivan asimismo sandía, papaya y caña; en la milpa hay maíz, frijol y calabaza.
Entre los animales de la zona se encuentran gatos monteses, coyotes, águilas y zopilotes. Abundan los alacranes que son símbolo de Durango, además de animales comestibles como una especie de ardilla o techalote, conejos, tejones e iguanas.
Comparten con los huicholes o wirarika el culto al venado, presente en algunas ceremonias; estos animales, sagrados para ellos, son asediados por los cazadores. Cuando cazan venado, algunos mexicaneros utilizan técnicas heredadas, como el uso del arco y la flecha, o trampas hechas con fibra del maguey o ixtle que conocen como tepémet. Para cazar jabalíes utilizan la misma técnica.
Entre sus alimentos cuentan con aves silvestres de la familia de las güilotas: wilot cantaró, el wilot viudo y la güilotita pinta. En este caso fabrican algo parecido a una reja hecha con una especie de cesto llamado cacaxtle. Le hacen un hoyo que tapan con palitos ligeros por ser bofos y dentro colocan semillas de amaranto al que le dan el nombre de huate; recordemos que en náhuatl sería huauhtli. Cuando se acercan a comerlas tiran de una cuerda que amarran a los palitos y las avecillas caen en el cacaxtle.
Neyra Navarro, en su artículo Los mexicaneros en el Norte de México: una reflexión sobre las prácticas agrícolas y de caza-recolección
, se refiere en especial a quienes viven en San Pedro Jícara, población localizada en la barranca que es lecho del río San Pedro, en el municipio del Mezquital.
Para pescar sustituyen a las antiguas nazas o cestas para la pesca, con bolsas de mandado. Las ponen en el río cuando hay crecidas a causa de las primeras lluvias y capturan varias especies a un tiempo. También usan la maroma, soga a la que atan a cierta distancia unos de otros, varios hilos con sus respectivos anzuelos. La colocan a lo largo del río y la cuidan durante la noche hasta que cae algún pez, como bagre, mojarra, trucha, matalote; entre las piedras hay camarón de río.