n medio del ruido de las campañas y la enorme cantidad de muertos que día a día se apilan en las calles y los cementerios, poco espacio tiene el debate sobre las acciones que podrían perfilar un nuevo rostro y una nueva actitud, frente a los requerimientos de la realidad nacional.
Por su importancia y la utilidad práctica que tendría para millones de jóvenes mexicanos, quiero referirme en esta ocasión a formular una propuesta que desde hace tiempo he venido comentando y estudiando con diferentes personas preocupadas con la necesidad de la creación de la biblioteca nacional digital, que entre otros aspectos a cubrir tendría el de posibilitar que los estudiantes mexicanos de todas las carreras técnicas, de educación media superior y superior, pudieran acceder a los libros de texto de las diferentes carreras y especialidades, por la vía de Internet desde su casa, de un cibercafé o en espacios de acceso informático habilitados y equipados por el Estado mexicano. Para esta acción el gobierno federal, rentaría los derechos de autor con las casas editoriales que producen los textos, y bastaría el recorte de unos cuantos de los millones de espots publicitarios que nos recetan diariamente para poder otorgarle suficiencia presupuestal a un proyecto de esta naturaleza.
La información virtual crea nuevos paradigmas para el aprendizaje, y demanda tanto la introducción de computadoras en el ámbito educativo de todos niveles como la existencia de centros o bibliotecas digitales que integren el mayor cúmulo de información especializada y de fácil acceso para los usuarios, quienes participan en la educación a distancia, siendo los principales beneficiarios los alumnos, los profesores y los investigadores, independientemente del sitio geográfico en el que se encuentren. Además de los centros de enseñanza, en las universidades europeas se avanza para que las bibliotecas, museos e instituciones afines se conecten a Internet mediante redes de banda ancha. Otro de los avances en muchos países de Europa es la existencia de bibliotecas digitales de carácter nacional, mismas que están contribuyendo en la construcción de la sociedad de la información y el conocimiento, al haber generado, sin tantos aspavientos, una auténtica revolución en cuanto a los medios y la trasmisión de sus acervos.
Países como Bélgica, Escocia, España, Francia y Reino Unido cuentan con este tipo de bibliotecas, consideradas por muchos las bibliotecas del futuro, y que al existir en el ciberespacio pueden ser visitadas desde cualquier sitio, teniendo sólo como herramienta una computadora conectada a Internet. Estas bibliotecas virtuales son, simultáneamente, proveedoras de servicios de información en Internet y usuarias de los recursos y servicios de información que pueden obtenerse a través de la web.
Este tipo de biblioteca virtual, al compartir plenamente a través de la web la información que posee, vino a revolucionar los conceptos tradicionales que teníamos de libros, bibliotecas, investigación y aprendizaje; y la cantidad de colecciones digitalizadas, libros y documentos de que se puede disponer en las mismas es muy superior a la que podría albergar cualquier biblioteca convencional, al poder accederse, gracias a los links interbibliotecarios, prácticamente a las bibliotecas virtuales de todo el mundo. Muchas de las bibliotecas tradicionales más importantes que cuentan con gran cantidad de libros están en proceso de digitalización de los mismos por parte de uno de los más conocidos motores de búsqueda de Internet.
En nuestro país, que para 2009 contaba con 30.6 millones de internautas de los más de mil millones que existen en el mundo, recientemente se creó la Biblioteca Digital Mexicana, misma que es importante y un avance. Sin embargo, es fundamentalmente de carácter histórico, y en consecuencia limitada, al basarse en una selección de tesoros documentales de México, que incluyen la época prehispánica y los periodos colonial, independiente y revolucionario. Esta biblioteca virtual, que se enlaza a la Biblioteca Digital Mundial, fue promovida por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Archivo General de la Nación (AGN) y el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM-Carso).
Sin embargo, existe una brecha digital entre México y otros países que es necesario reducir. No sólo se requiere que un mayor número de habitantes tengan acceso a las computadoras y a las nuevas tecnologías de la información. Es necesario también que el país cuente con un mayor número de redes informáticas y procesos gubernamentales interactivos, en los que los usuarios puedan realizar trámites y gestiones a distancia –procesos conocidos como e-gobierno– y que la nueva cultura informática permee plenamente el sistema educativo en todos sus niveles, sentando las bases desde la educación prescolar y básica, y particularmente en la educación media, superior y los estudios de posgrado.
En cuanto a las tasas de acceso a la educación media superior, han aumentado de manera importante en México. Sin embargo, la cantidad de jóvenes que logran completar este ciclo educativo es muy baja. Durante el ciclo 2009-2010 el porcentaje de jóvenes entre 15 y 19 años matriculados fue de 64.4 por ciento, mientras en 1980 cubría sólo 25.7 por ciento de la población de esa edad. En los otros países de la OCDE, la gran mayoría de la población cuenta con un diploma de educación media superior; en cambio, en México la proporción de jóvenes que culminan sus estudios en este nivel es menor a 40 por ciento. Esta deserción tiene un importante impacto negativo en la formación del capital humano del país. Si bien la deserción puede deberse a varias causas, una de las principales es la carencia de recursos para continuar con los estudios y la necesidad de los jóvenes de incorporarse al mercado laboral.