Marco Antonio Veneno Rubio sabe que está en desventaja. Está consciente de que en su última oportunidad para conseguir un campeonato del mundo no sólo debe vencer al actual monarca, sino además enfrentar un apellido que pesa en el boxeo y que se sostiene por todo un aparato empresarial y televisivo.

Para arrebatar el cinturón de los pesos medianos acepta que no sólo debe vencer de forma incuestionable a Julio César Chávez Jr. el 4 de febrero en San Antonio, sino también sobreponerse a las condiciones que favorecen al actual monarca.

Veneno no elude lo que es evidente. No será fácil ganarle a quien se ha convertido en una de las promesas del boxeo mexicano e internacional, promovido por una de las sociedades más poderosas en la promoción del boxeo integrada por Top Rank, de Bob Arum, y Zanfer, de Fernando Beltrán y con el respaldo de la televisora del Ajusco.

Seré sincero; tendremos en contra a la empresa, la televisora y al favoritismo con el apellido Chávez. Son muchos puntos que debemos sacar adelante y cualquiera de ellos me puede perjudicar, admitió el boxeador.

En esas circunstancias, señaló, la única salida para salir campeón del mundo es ganar con la contundencia del nocaut.

Unos días antes de anunciarse este combate, el argentino Sergio Maravilla Martínez se quejó de que había sido marginado en su intención de contender con Chávez, como ordenó el Consejo Mundial de Boxeo, por lo que Rubio se comprometió a que el ganador de este pleito deberá enfrentar al sudamericano.